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“Forma Antiqva” rescata a los maestros olvidados

La Nueva España | 22 de agosto de 2021

El nutrido programa de actividades culturales, deportivas y musicales que ha organizado el Ayuntamiento de Oviedo con motivo del año jacobeo y del 1.200 aniversario de la consagración de la Catedral de Oviedo, vivió anoche una de sus citas musicales más esperadas: el concierto “Sancta ovetensis”, a cargo de “Forma Antiqva”, fue toda una exhibición de músculo musical y cargo de la formación de los hermanos Zapico, a falta de la otra cita grande, con el concierto de Oviedo Filarmonía y la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo interpretando “La misa de la coronación” (de W. A. Mozart):

“Forma Antiqva” es un valor seguro en asuntos de interpretación historicista y en la recuperación de nuestro patrimonio, un hecho que no ha pasado desapercibido y que la ha llevado a convertirse en una de las formaciones de música antigua más laureadas a nivel nacional e internacional y a gozar del cariño y reconocimiento de sus melómanos paisanos ovetenses en cada uno de sus conciertos que los acercan a la capital del Principado.

En esta ocasión, además de su sola presencia, la noche gozaba de otro aliciente para motivar la asistencia de un público fiel que, como es habitual, agotó las gratuitas localidades poco tiempo después de que salieran a la venta: la recuperación de obras del archivo catedralicio. En efecto, este concierto supone uno de los puntos culminantes de un largo proyecto iniciado años atrás para la investigación, recuperación y divulgación de las obras de los maestros de capilla que están recogidas en el Archivo Capitular de Oviedo, centrándose en la figura del turolense Joaquín Lázaro y Rubiera (1746 – 1786), maestro de capilla en Oviedo entre 1780 y 1786, y que ha sido posible gracias a la cooperación de la propia Catedral, el Gobierno del Principado de Asturias, el Ayuntamiento de Oviedo y la colaboración de la Universidad de Oviedo en la figura de la musicóloga María Sanhuesa.

Nuevo disco

Un hito que no será algo aislado y pasajero, sino que supondrá la creación de una página web para dar visibilidad y difundir el proyecto y la edición de un disco (que como es habitual en el grupo de los Zapico están grabando en la sala cámara del Auditorio Príncipe Felipe) para el sello “Winter & Winter”, cuya presencia internacional sin duda promocionará al Principado con buenos resultados.

El programa de este concierto, que llevaba por título “Sancta ovetensis: Joaquín Lázaro”, posee un total de nueve obras que se estructuran en tres partes diferenciadas, cada una de ellas conformada por una pieza instrumental y dos arias, interpretados por una plantilla que incluye violines, violonchelos, contrabajo, archilaúd, tiorba, órgano, trompas y traversos y en la que sobresalió Jone Martínez. La soprano vasca fue la protagonista indiscutible de la velada musical interpretando unas arias compuestas por Joaquín Lázaro que entusiasmaron al público por su complejidad que exigió a Martínez lucir su altísimo nivel. Entre ellas destacaron “Noche preciosa, clara y divina”, “Encendida en vivo fuego”, “A Eulalia dichosa” o “Reparad qué luz clara y peregrina”.

A lo largo de la hora de que constó el concierto, se pudo percibir a una formación bastante plena de sonido, concentrada y bien ensamblada, atenta a cada una de las instrucciones de un sereno pero explícito Aarón Zapico que se mostraba absolutamente dominador de la situación en cada momento y parecía disfrutar como un niño de la música que emanaba de cada uno de los instrumentos de su grupo.
Ante los insistentes aplausos del público, que abarrotaba el templo ovetense, los músicos bisaron el aria “Dios mío, calla”, a modo de propina.

Jonathan Mallada Álvarez

La música que guarda la Catedral desde el siglo XVII

El Comercio | 22 de agosto de 2021

Forma Antiqva inicia la programación para conmemorar el 1.200 aniversario de la consagración del templo.

Un silencio solemne se adueño de las tres naves de la Catedral a las ocho de la tarde, para que el sonido de Forma Antiqva ascendiese por los pilares, alcanzase el triforio, siguiese por los nervios de la crucería e hiciese conmoverse a las claves de la bóveda.
Música para celebrar los 1.200 años de la consagración de la primera y prerrománica basílica dedicada al Salvador, consagrada en el año 821, durante el reinado de Alfonso II El Casto, sobre las ruinas de una iglesia anterior levantada por su padre Fruela I, en el año 765 y destruida treinta años después por los árabes.

Música para san Salvador y música de San Salvador. Forma Antiqva interpretó un programa con nueve piezas, cuyas partituras están guardadas en el archivo capitular y fueron compuestas por José Castro o Joaquín Lázaro, que vivieron entre los siglos XVII y XVIII, dentro de un proyecto titulado 'Sancta Ovetensis'.

La Catedral se llenó para la ocasión. Todas las invitaciones se habían reservado de forma previa.
En las naves laterales, se colocaron ocho filas de sillas que se abarrotaron para escuchar a la veintena de músicos y la soprano Jone Martínez, todos ellos dirigidos por Aarón Zapico. Tocaron justo delante del altar mayor.

En el primer banco de la izquierda se sentó el concejal de Turismo, Alfredo García Quitana, junto a la viceconsejera de Turismo, Graciela Blanco, y el director general de Cultura y Patrimonio, Pablo León. Fue él quien remarcó que la programación para conmemorar esta efeméride «comenzó a lo grande» porque estamos «recuperando el patrimonio musical de La Catedral», gracias a la investigación hecha por Forma Antiqva.

Sonaron piezas como 'Dios mío, calla', 'A Eulalia dichosa' y dos canciones de procesión, entre otras.
«Este es un concierto muy propio para nuestra Catedral; las partituras del archivo se muestran al público», celebró, «contento, el deán, Benito Gallego, que siguió el recital con los representantes institucionales y párrocos de la diócesis.

Este fue el primer acto de una programación que se extenderá hasta noviembre. El próximo acto será el sábado con un concierto a cargo de Oviedo Filarmonía donde se interpretará la 'Coronación de la Virgen', de Mozart.

Rosalía Agudín

Das Beste von Forma Antiqva

Pizzicato | 18 de agosto de 2021

Das Barockensemble Forma Antiqva, gegründet 1998 von den Brüdern Aaron, Daniel und Pablo Zapico legt eine Auswahl von Highlights aus seinen CDs vor. ‘My choice’ präsentiert das Ensemble in variablen Formationen in spanischer Tanzmusik, bekannten Werken des Spätbarocks und auch mit Vokalmusik.

Wie aus früheren Pizzicato-Rezensionen ersichtlich, handelt es sich ausnahmslos um exquisite Interpretationen, technisch brillant, virtuos, dazu aber auch sehr eloquent. Ein barockes Feuerwerk der Sonderklasse.

The baroque ensemble Forma Antiqva, founded in 1998 by brothers Aaron, Daniel and Pablo Zapico, presents a selection of highlights from its CDs. ‘My choice’ shows the ensemble in variable formations in Spanish dance music, well-known works of the late Baroque and also in some vocal music. As can be seen from earlier Pizzicato reviews, these are without exception exquisite interpretations, technically brilliant, virtuosic, but also very eloquent. A true baroque firework!

La faràndula en el segle XVIII

Diari de Girona | 15 de agosto de 2021

El Festival de Torroella segueix apostant una edició més en els músics de Forma Antiqva que enguany presentaven un programa lluminós i festiu titulat Farándula castiza. Les músique que presentaven formen part d’un context molt especial. El Madrid del segle XVIII era molt efervescent musicalment on coexistien diversos estils -especialment l’italià però també l’español. Aarón Zapico continua investigant i portant a la llum músiques inesperades i esplèndides. Els dos violinistes van tenir un paper molt destacat. Van estar molt atents als caràcters i als contrastos de les músiques que van interpretar amb moments realment d’alt nivell.

Forma Antiqva és una agrupació de músics que saben concertar: escoltar-se i dialogar. Després de vint anys de singladura per diferents escenaris la seva sonoritat s’ha consolidat moltíssim. La naturalitat i la complicitat entre els seus intèrprets és exel·lent. La violoncel·lista Ruth Verona va estar realment esplèndida infonent una gran vitalitat a les músiques des del primer segon. La seva energia i el domini de l’instrument ajuden molt i esdevé una base fonamental per a aquesta formació. La guitarra barroca va aportar color i dinamisme i la tiorba amb la seva sonoritat inefable acabavaven de conformar una agrupació riquíssima en matisos i intesions. No podem saber com es tocabaven aquestes obres però els professors de Forma Antiqva saber com reportar tots els sabors, els ritmes trepidants i la comicitat teatral suficients com per aixecar un espectacle de grandíssim nivell. Aarón Zapico com sempre dirigint des del clavicèmbal i aportant un gran vigor al conjunt va donar poques indicacions perquè aquest projecte realment és un treball madur de gran consistència que ja ha estat premiat pel sector musical. Els de Forma Antiqva són uns grans ambaixadors del patrimoni espanyol i uns grans innovadors. Assistir als saraus del segle XVIII de bell nou reconstruits amb aquest rigor i esclat és un privilegi i una gran festa pels sentits.

Xavier Paset

MIERA / Forma Antiqva, farándula entre montañas

Scherzo | 12 de agosto de 2021

Mientras los conciertos de la capital atraen por los conjuntos y los nombres deslumbrantes que acuden a ella (a la misma hora Sokolov tocaba en el Palacio de Festivales), en los Marcos Históricos de la comunidad suceden los chispazos, las propuestas creativas que chorrean encanto y frescura, las promesas tanto de ideas como de percepciones y sensaciones nuevas. Y en Miera, en el corazón del impresionante y profundo valle de Miera, el más angosto de toda Cantabria, Forma Antiqva hizo de las suyas con el gran festín de la farándula, saliendo con ganas de sentir en sus propias pieles el sonido del Madrid dieciochesco y embaucando al público con ese espíritu de novedad compartida que los hace grandes sobre el escenario.

Aunque la música se debía a algunos de los compositores que hicieron de aquel Madrid un gran hervidero cultural, un Madrid ante el choque de las influencias foráneas y sus sainetes, sus tonadillas y sus primeras zarzuelas, los seis componentes del grupo (Jorge Jiménez y Daniel Pinteño al violín, Ruth Verona al violonchelo, Pablo Zapico a la guitarra, Daniel Zapico a la tiorba y Aarón Zapico al clave) la interpretaron como si toda ella les perteneciera, con una enorme riqueza rítmica, haciendo suya la aventura de sonar radicalmente actuales.

Lo mejor que le puede decir de ellos es que siguen siendo diferentes, que pasa el tiempo y no bajan el listón, que ellos mismos son el estilo. Lo dijo todo su manera de tocar la obertura de Iphigenia en Tracia de Nebra, desgranada con nervio rockero, prendiendo fuego a sus instrumentos sin marcha atrás, sin guardarse nada, como si se tratara del primer concierto de sus vidas; pero el itinerario, abarrotado de gran música, albergaba también misterio, sutilezas, lirismo y deliciosos encuentros entre unos y otros, de forma que no quedaron emociones descolgadas. Así devolvieron a la música la potencia de sus orígenes, brindando más de una hora de goce absoluto en un concierto que fue puro siglo XXI.

Asier Vallejo Ugarte

Elegancia sobre todo con Forma Antiqva en la Quincena

Beckmesser | 11 de agosto de 2021

Puede que sea el Ciclo de Música Antigua de esta doble quincena musical donostiarra el que más incondicionales fieles melómanos concita, hecho demostrable por la simple realidad de que casi noventa minutos antes de abrir las puertas de acceso ya había personas haciendo cola, que al final llegó a ocupar casi dos de los cuatro lados que conforman la Plaza de Zuloaga, habida ante el emblemático e histórico edificio que en la actualidad acoge al Museo de San Telmo.

En esta ocasión fue el ensamble asturiano Música Antiqva, concretamente de la cuenca minera de Langreo, integrado desde su nacimiento en 1998 por los hermanos Aarón, Pablo y Daniel Zapico, el que asistido por dos magníficos violinistas y una solida maestra ante un violonchelo barroco, el que concitó un muy merecido reconocimientos, sin reservas, con justificados y sólidos aplausos al finalizar cada uno de los cuatro ciclos que integraron el programa: Obertura, Primera, Segunda, Tercera Jornadas y Fin, cerrándose, a modo de propina con una virtuosa creación de propio conjunto.

Como acertadamente explico Aarón Zapico, el concierto es el resultado de un encuentro entre los atardeceres del barroco musical español y las tendencias que vienen de fuera, principalmente italianas, lo que le imprime un carácter especial, que no se encuentra allende nuestras fronteras en el siglo XVIII. Ante semejante planteamiento José de Nebra no podía estar ausente, haciéndose carne en el pentagrama, a través de su zarzuela en dos actos Iphigenia en Tracia, estrenada en el madritense Teatro de la Cruz el 15 de enero de 1747, como homenaje a recién reinante Borbón hispano Fernando VI. Se ofreció es esta obra, por este sexteto instrumental, la Obertura en sus tres movimientos de Andante, Minué y Allegro, dando la tónica que se mantuvo en todo el concierto, cual fue una indiscutible elegancia.

Quedarán para un permanente recuerdo el cuajado sonido del Fandango de Álvarez Acero; la dulzura del Andante alla francese integrada en la sinfonía de La Nitteti, del napolitano Nicola Conforto; Il tempo di minuetto de Luigi Boccherini (inequívocamente en la plenitud de la elegancia sonora; el lucimiento de los tres Zapico en la primera parte de Cumbees del guitarrista y compositor madrileño Santiago de Murcia (1673-1739); y la música compuesta por el propio conjunto que acompañó, como propina, la declamación que hizo Aarón de un poema anónimo titulado “Nadie de amor publique”, el cual, según el verso, la rima consonante y el contenido semi burlesco, no debe de andar lejos de los avatares y aledaños de don Francisco de Quevedo y Villegas, señor de Torre Abad.

Manuel Cabrera

Rockeros del siglo XVIII

El Diario Vasco | 11 de agosto de 2021

Lo más antiguo puede ser lo más moderno. Y el concierto de ayer, dentro del ciclo que se desarrolla en San Telmo, fue una demostración de ello y no solo por el look de los instrumentistas, con ropa informal, deportivas blancas y barbas de hipster, sino sobre todo por su propuesta musical.

El grupo Forma Antiqua, ayer en forma de sexteto, presentó un original y divertido repertorio, con una cuidada selección de piezas de compositores españoles del XVIII dentro de una estructura bien diseñada que las hizo aún más apetitosas.

Sin embargo, esta atractiva propuesta, que hizo recordar a un espectáculo más cerca del rock que de un festival clásico por el contagioso entusiasmo y energía de los seis magníficos músicos, sedujo sobre todo por la calidad de sus intérpretes. Si cada uno de ellos demostró un evidente dominio instrumental individual, fue su cuidadísimo trabajo de la articulación, con marcadísimos acentos, su conexión rítmica y tímbrica o su comunicación con el público lo que nos hizo vibrar. Fue, en suma, un concierto extraordinario, lleno de vida y energía y especialmente gratificante en tiempos de Covid.

Forma Antiqva convierte Vélez Blanco en el Madrid del siglo XVIII

Diario de Almería | 26 de julio de 2021

El Patio de Honor del Castillo de Vélez Blanco acogió este domingo el concierto de Forma Antiqva dentro de la programación del XX Festival de Música Renacentista y Barroca. El sexteto de origen asturiano convirtió este emblemático espacio en el Madrid del siglo XVIII, con sus corrales y coliseos.

El grupo dirigido por Aarón Zapico presentó Farándula Castiza (premio FestClásica 2021), un estupendo programa que pone en valor la música española compuesta en la segunda mitad del siglo XVIII por artistas desconocidos para el gran público como José de Nebra, Bernardo Álvarez Acero, José Castel,Nicolás Conforto, Vicente Baset, Juan Bautista Mele o Francisco Corsel. “No son Bach, ni Händel, ni falta que les hace”, admitía Zapico al inicio del concierto al dirigirse al público. En definitiva, es un programa que reivindica “una música extraordinaria de la que debemos sentirnos orgullosos”.

Madrid era a mediados del siglo XVIII, en torno a 1750, un gran hervidero cultural, con una exacerbada creatividad musical, permeable además a otros estilos e influencias, de la música italiana principalmente. Esos aires italianos, y también franceses, se mezclan con los aires propios, “castizos”, según Aarón Zapico, y “la música en nuestro país alcanza un grado de excelencia, difusión y cuidado nunca visto. Influencia italiana y francesa y sabia convivencia son la alquimia de este triunfo. El resultado es una música “amplia de emociones transparentes y afectos directos”.

Marco incomparable
A las nueve de la noche subían al escenario los seis músicos, uniformados con su pantalón beige, camisa negra y zapatillas blancas: Aarón Zapico al clave, Daniel Zapico con la tiorba, Pablo Zapico a la guitarra, Ruth Verona tocando el violonchelo, y Daniel Pinteño y Jorge Jiménez con los violines. Frente a ellos casi 200 personas escuchando (la reducción de aforos por la pandemia no permite más). Detrás, la imponente Torre del Homenaje del Castillo de los Fajardo.

La música llenó el patio, la luz fue menguando conforme caía la noche y fue refrescando -algo que se agradecía después de dos días calurosos-, mientras algunos pajarillos sobrevolaban una y otra vez atravesando las arcadas, como si tampoco quisieran perderse el concierto. El tañido de las campanas de la iglesia, abajo en el pueblo, se mezcló en alguna ocasión con la música que nacía de la guitarra y la tiorba.

El concierto duró aproximadamente una hora y veinte minutos. El público presente recompensó el espectáculo con una atronadora ovación de varios minutos que hizo que los artistas agradecieran el gesto con un bis muy original: un curioso poema sobre el amor hallado por Aarón Zapico en sus frecuentes búsquedas en la Biblioteca Nacional de España. Un inmejorable broche para un concierto inolvidable.

Víctor Visiedo

Pirotecnia ilustrada

Mundoclásico | 26 de julio de 2021

Tras haber pasado por Oviedo y por diversos festivales veraniegos de música como el de Granada, el de Música en Segura o el Pórtico do Paraíso, el conjunto Forma Antiqva ha recalado en el modesto pero consolidado Festival de Música de la localidad madrileña de Villaviciosa de Odón, certamen comandado con empeño por quien es su director artístico, el pianista Mario Prisuelos, dentro de su edición número 14, en la que ha sido su programación más ambiciosa hasta la fecha.

La agrupación liderada por el carismático Aarón Zapico desde el clave, indagador incansable de la música patrimonial, nos ha traído su ya rodado espectáculo Farándula castiza, proponiéndonos en esta ocasión un fascinante viaje por la música instrumental que se podía escuchar en las calles de la Villa y Corte a mediados del siglo XVIII.

Melodías de ámbito urbano dentro de ese hervidero musical que era la capital española, imbuida de la fascinación por lo italiano, ya fuera ópera o concerto, y cuya influencia todopoderosa impregnó el ámbito de lo que definimos como castizo. Porque los fandangos, uno de los más destacados distintivos de lo español en aquella época –que un no foráneo como Boccherini elevó casi a categoría de género, con permiso del Padre Antonio Soler-, hacen acto de presencia gracias al deslumbrante alarde técnico de la formación barroca, en este caso reducida al formato de sexteto, con la presencia de dos violines y el nutrido bajo continuo integrado por guitarra barroca, tiorba, clave y contrabajo.

Tras abrir boca con el universo zarzuelístico de uno de los más ilustres compositores del Setecento español, José de Nebra, y el inicio de su obertura de Iphigenia en Tracia, Forma Antiqva nos adentra de seguido en un Fandango que no remite a Boccherini -aquí marginalmente representado-, sino que pertenece a uno de esos hallazgos que forman parte de este suculento menú de vaivenes rítmicos y mensurados pasajes cadenciales: el Fandango de Bernardo Álvarez Acero, que junto al de Nicolás Conforto son preciosas islas -en un archipiélago aún poco explorado- de auténtico cuño hispano entre la preponderante huella italiana del espectáculo.

Un estilo cuyas maneras y códigos propios cristalizan en la labor de los dos violinistas solistas, Jorge Jiménez y Daniel Pinteño, enteros protagonistas de esta auténtica proeza virtuosística que es hilvanar sin solución de continuidad diversas sinfonías de autores como Castel, Conforto o Baset donde los trinos, las dobles cuerdas y la riqueza de registros de ambos instrumentistas dinamizan la propuesta por medio de una deslumbrante precisión técnica, que ahonda en lucidas cadencias.

Fuego, pirotecnia y pasión a raudales en ataques y articulaciones de deliciosa línea cantable, pulcras afinaciones y sonidos cálidos en discursos a dúo o en solitario sazonados de trepidantes accelerandi, un tour de force barroco sostenido por todo el continuo, perfecto engranaje siempre creativo y colorístico en las manos de los hermanos asturianos (Aarón, Pablo y Daniel Zapico) y del bajo de Jorge Muñoz. Por cierto que guitarra y tiorba se marcan un rítmico cara a cara en las movidas pero discretas, por susurradas, Cumbees de Santiago de Murcia.

Todo un lujo y placer para los oídos escuchar tal despliegue y exhibición de recursos en una de las orquestas barrocas españolas que mejor entiende el valor de la creatividad y que aprovecha las sinergias a la hora de contar con excepcionales integrantes, pues algunos de ellos forman parte de otros grupos. Grandísimo trabajo sin esfuerzo aparente recompensado por un público que aplaudía entre los movimientos de esta singular estructuración de las piezas en jornadas, algo que Aarón Zapico supo disculpar dirigiéndose a él con su característica afabilidad, además de lucirse como recitador de unos versos barrocos que alertaban de los peligros del amor en la jugosa y extrovertida propina final.

Para concluir hay que destacar la labor que durante ya 14 años ha desarrollado este pequeño y discreto festival con la iniciativa e inquietud artística de Mario Prisuelos en la que es su localidad, patrocinado desde el primer momento por el seguro de salud Asisa, lo que le ha aportado estabilidad durante casi una década y media y que le ha hecho sobrevivir pese a la pandemia (el año pasado consiguió celebrar su edición número 13), con la loable pretensión de superarse anualmente en calidad y ambición artística. Pese a su vocación local, muchos otros municipios deberían tomar nota y seguir el ejemplo del de Villaviciosa de Odón para evitar el peligro de extinción que atenaza a muchos certámenes de música, madrileños o no, en estos tiempos de crisis. No damos nombres, se dice el pecado pero no el pecador.

Germán García

Forma Antiqva reivindica la música barroca española en el Festival de Vélez Blanco

Ideal | 26 de julio de 2021

El Patio de Honor del Castillo de Vélez Blanco, amparado por su magnífica Torre del Homenaje, acogió en la noche del domingo Farándula castiza. Cartelera instrumental de corrales y coliseos, un estupendo programa diseñado y puesto en escena por el grupo asturiano Forma Antiqva en el marco del Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco. El sexteto, como explicó al público su director, Aaron Zapico, eligió un programa de música española compuesta a mitad del siglo XVIII, porque merece la pena «reivindicar una música extraordinaria de la que debemos sentirnos orgullosos».

Madrid era a mediados del siglo XVIII, en torno a 1750, un gran hervidero cultural, con una exacerbada creatividad musical, permeable además a otros estilos e influencias, de la música italiana principalmente. Esos aires italianos, y también franceses, se mezclan con los aires propios, «castizos», según Aaron Zapico, y «la música en nuestro país alcanza un grado de excelencia, difusión y cuidado nunca visto. Influencia italiana y sabia convivencia son la alquimia de este triunfo», resume Zapico. El resultado es una música «amplia de emociones transparentes y afectos directos».

Y esa es la propuesta que Jorge Jiménez, Pablo Prieto, Ruth Verona y Pablo, Daniel y Aarón Zapico, los seis componentes para esta ocasión de Forma Antiqva, ofrecieron al público del FestiMUVB, que apreció la calidad del grupo con un muy largo aplauso al final del recital que llevó a los intérpretes a conceder un precioso bis a partir del descubrimiento, según contó el director de la Formación, de un curioso poema sobre el amor en la Biblioteca Nacional de España. Inmejorable broche para un concierto inolvidable.

Forma Antiqva es un proyecto artístico en común de los hermanos Aarón, Daniel y Pablo Zapico. Creado en Langreo (Asturias) hace más de dos décadas, está considerado como uno de los más importantes e influyentes de la música clásica en España. Con una formación variable que abarca del trío, con los mismos hermanos Zapico como solistas, a la orquesta barroca rodeados siempre por músicos de atractiva trayectoria, abordan de manera original y atrevida la práctica totalidad del repertorio de los siglos XVII y XVIII: desde la música ibérica de danza hasta las grandes obras corales de finales del Barroco, incluyendo el género operístico y la recuperación patrimonial de autores como Baset, Literes o Blas de Laserna. Invitados frecuentes en las mejores salas del país, les gusta presentar atrevidos programas siempre valorados por la cohesión y calidad de sus propuestas. Esa valentía, junto a la calidad de sus propuestas, les ha servido para conseguir numerosos reconocimientos.

En la mañana de ayer comenzaron asimismo los cursos de la Academia de Música Renacentista y Barroca, el seminario de Historia y el ciclo de conferencias. La Academia de Música tiene su origen en 2002 y su antecedente es la primera Academia de Música de Vélez Blanco, nacida a finales del siglo XVIII para fomentar en esta villa el arte de la música. La Academia ofrece cursos orquesta barroca, de viola da gamba y consort de violas, de sacabuche y ministriles, de canto y de canto coral. Los asistentes ofrecerán un concierto mostrando al público el resultado de su trabajo el próximo sábado a mediodía en el convento de San Luis.

El Seminario Internacional de Historia, por su parte, está dirigido por los profesores Bernard Vincent, hispanista de l'École des Hautes Études de Paris, y por Francisco Andújar Castillo, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Almería. Este seminario consiste en la realización de ejercicios prácticos, a partir de documentación original, para que el alumnado aprenda cómo es el oficio de historiador. Se trata de mostrar cómo se trabaja, cómo se leen las fuentes documentales y cómo se analizan e interpretan.

R. I.

La excelencia a la luz de la historia

ABC | 12 de julio de 2021

El espacio sostiene la programación del Festival de Granada cual coloso Atlas sustentando el mundo: rincones en la Alhambra, desde el palacio de Carlos V al patio de los Arrayanes, sedes singulares (Corral del Carbón, Carmen de los Mártires…) y escenarios monumentales aportan, excelencia y exclusividad mientras reparten el festival por la ciudad. El lugar es un actor históricamente imprescindible por su capacidad para trabajar silenciosamente y al tiempo provocar un efecto de inusitada fuerza. Entre todos los ciclos que habitualmente dan forma al Festival de Granada el dedicado a la música antigua ha sabido siempre alojarse en sitios emocionantes.

Este año los conciertos se agrupan bajo la denominación «Cantar y tañer. Sones antiguos y barrocos» apuntando a la voz como «pasión del ánimo» y, de manera implícita, al patrimonio musical español menos transitado u olvidado. Destaca el estreno moderno en la catedral del 'Oficio de la toma de Granada' (hacia 1493) escrita por fray Hernando de Talavera, jerónimo, confesor y consejero de Isabel la Católica, que alcanzó el cargo de arzobispo de la ciudad. En una dimensión también sobresaliente están el concierto de Forma Antiqva con Nuria Rial en el Hospital Real y el Concerto 1700 con Carlos Mena en el Monasterio de San Jerónimo; los dos colocados como extremos de una cronología que parte de la definición de la ópera y concluye ante el repertorio español que acompaña la llegada de la dinastía borbónica al comenzar el siglo XVIII.

Forma Antiqva ha inaugurado el escenario del patio de los inocentes, en el Hospital Real, hoy ocupado por la universidad pero dedicado desde su fundación por los Reyes Católicos al cuidado de locos e «inocentes». Una pequeña fuente en el centro y varios cipreses decoran un lugar de notable sobriedad, en uno de cuyos frentes se sitúa una tarima que eleva a los músicos. Nuria Rial ha sustituido a la mezzo Anna Caterina Antonacci, retenida por cuestiones sanitarias, y pese a la urgencia ha mantenido casi íntegro el programa dedicado al «setecento» con varias obras ordenadas en forma de «ópera imaginaria», con prólogo y cinco actos. La idea es del clavecinista y director Aaron Zapico quien también se ha ocupado días antes de la dirección musical de la escenificación de 'The Fairy Queen' hecha por la directora Rita Cosentino.

De inmediato llama la atención muchos detalles ejecutados con una dimensión estilosa: el cuidado vestuario de los músicos, la estudiada realización de los cambios y las evoluciones escénicas, el gesto de todos y la actitud de cada uno sumando a favor de la música y del programa. «Una ópera imaginaria» es una recreación inteligente y muy bien ordenada con música de Marini, Frescobaldi, Caccini… y Monteverdi. Pero es, ante todo, un aliento común en el que siete músicos participan de una misma manera de entender los afectos: el desprecio, la melancolía, la batalla, el lamento y el perdón.

Porque la ópera del diecisiete depende de la agitación del espíritu. Y es fácil entenderlo dejándose llevar por Nuria Rial, cuya extraordinaria calidad vocal sobrecoge en alternancia con otras composiciones instrumentales: la impresionante 'Moresca' del 'Orfeo' de Monteverdi, con los dos violines y la tiorba rozando el silencio; la tiorba de Pablo Zapico, otra vez, con Rial y 'Amarilli mia bella' de Caccini; la agitación desprendida en el acto dedicado a la batalla; o, de nuevo Monteverdi y el referencial 'Si dolce è'l tormento', suprema realización apoyada en la flauta de Alejandro Villar. Son algunos puntos de referencia de un concierto que concluyó ya entrada la noche, repitiendo este Monteverdi y 'O bellissimi capelli' de Falconieri.

[...]

Alberto González Lapuente

Forma Antiqva, Nuria Rial y una ópera imaginada

Revista Ritmo | 12 de julio de 2021

Después de su trabajo en la Academia Barroca del Festival de Granada y que ha dado como resultado una exitosa The Fairy Queen de Henry Purcell, Forma Antiqva vuelve de nuevo a los escenarios de esta 70 edición. Con un programa radicalmente distinto, centrado en compositores del Seicento italiano, evidenciaron una vez más que son una de las formaciones más sólidas y a la vez polifacéticas del panorama actual.

Con el título de Una ópera imaginaria en un prólogo y cinco actos recrearon el espíritu de las primeras óperas qu pudieron oírse en Italia en los albores del siglo XVII. Aarón Zapico nos propone, según sus propias palabras, “un viaje emocional” a lo largo de los cinco actos titulados “Del desprecio”, “De la melancolía”, “De la batalla”, “Del lamento” y “Del perdón”. Correspondiéndose con cada uno de los afectos dominantes en cada parte se interpretaron una colorida selección de piezas instrumentales como sonatas, balleti, pasacaglias, gallardas y batallas de compositores como Biagio Marini, Tarquinio Merula, Andrea Falconieri y Samuel Scheidt. Un par de fragmentos instrumentales del Orfeo de Claudio Monteverdi se acomodaron también en la transición del acto II al III. Las obras vocales tuvieron como pilar la formidable figura del Divino Claudio en torno al cual se articularon dos arias de otro de los precursores de la ópera, Giulio Caccini y una cantata de Barbara Strozzi.

El concierto fue programado y anunciado en un principio con Anna Caterina Antonacci, pero el contacto estrecho de la soprano italiana con un positivo COVID hizo aparecer en escena finalmente a Nuria Rial. Esta última, como cantante experta en el repertorio vocal del Seicento y sobre todo en Monteverdi (memorable es su Teatro d’Amore con Cristina Pluhar) estableció las bases de lo que sería una actuación espectacular desde las primeras notas. La perfecta dicción del texto italiano, la expresividad fruto del profundo y sentido conocimiento del texto se vieron acompañada por otras muchas virtudes técnicas y estilísticas como un timbre aterciopelado y sin aristas, un registro amplio y sin fisuras, un fraseo flexible y sutil y un uso de las ornamentaciones excepcional y -lo que es más infrecuente-siempre dentro del estilo. Señorial en el Prólogo de la Música del Orfeo, emotiva en la Amarilli mia Bella de Caccini y Sì dolce è ‘l tormento, espectacular en la dificilísima cantata de Strozzi L’Eraclito amoroso, punto culminante del concierto.

La sinergia que se estableció entre Nuria Rial y Forma Antiqva fue asombrosa, y sólo comparable a la que poseían los componentes del grupo entre sí. El poderío sonoro, la originalidad y la frescura son las señas de identidad del conjunto asturiano y quedaron patentes tanto en las obras exclusivamente instrumentales, como acompañando a Rial. Buenos ejemplos de este sonido rico, del fraseo activo y de la creatividad en la ornamentación del continuo fueron La Zorzi& La Zorza de Marini, la Battaglia de Barrabasso yerno de Satanás de Falconieri y la Galliard Bataglia de Scheidt. Destacaron en la parte melódica tanto de los violines obligados a cargo de Jorge Jiménez y Daniel Pinteño como la flauta de Manuel Villar: técnicamente perfectos, precisos y ágiles. Rozaron lo imposible en algunos tempi de vértigo. Por otro lado, también brilló con luz propia el grupo del continuo con las ricas ornamentaciones de Aarón Zapico en el clave , la absoluta conjunción del violonchelo de Ruth Vernona con el poderoso sonido del violone barroco de dieciséis pies de Jorge Muñoz y con el papel dual de Pablo Zapico cambiando de la guitarra Barroca al archilaúd como por arte de magia. Pablo realizó muy bellos y delicados acompañamientos Nuria , especialmente en el Sì dolce’ l tormento dialogando delicadamente con la voz y la flauta de Manuel Villar.

El programa es de una gran belleza sonora y emocional. Si se hace con una integración excelente y convincente desde el punto de vista de los afectos, el resultado es el esperado: el público sumido en un silencio extático y ovacionando de pie durante bastantes minutos hasta que consiguieron dos preciosas propinas, O bellissimi capelli de Falcomieri y la repetición de Sì è dolce ‘ l tormento, esta última a petición de Antonio Moral, director del Festival.

Sentados -pero en vilo- entre los cipreses que habitan el sobrio Patio de los Inocentes nos pareció haber viajado en el tiempo a una velada de las muchas que harían en las casas nobles de Italia. Un viaje emocional y temporal inolvidable.

Mercedes García Molina

Un Seicento de altura en el Hospital Real

Ideal | 9 de julio de 2021

El público premió con una larga ovación el esfuerzo de un concierto redondo preparado en apenas tres días por Nuria Rial y Forma Antiqva.

En el mundo de la clásica, los apriorismos son absurdos. Y esta máxima se demostró una vez más anoche en el Patio de los Inocentes del Hospital Real, donde Forma Antiqva y Nuria Rial interpretaron el programa 'Una ópera imaginaria con un prólogo y cinco actos'. Y decimos que los apriorismos son absurdos porque, a priori, la ausencia de la diva italiana Anna Caterina Antonacci y el escaso tiempo entre su baja y la celebración del concierto ponían en serio peligro la consistencia de este. Pero nada más lejos de la realidad. La soprano catalana Nuria Rial –por otra parte, una de las grandes voces de la música antigua en nuestro país– preparó en tres días un examen del que salió con sobresaliente.

Cinco actos con un preludio. Cinco momentos, cinco sentimientos. Todos ellos unidos por una interpretación histórica que recorre el Seicento italiano como en un vuelo. Esto fue, en esencia, el concierto de anoche. Un espectáculo muy bien conducido desde el clave por Aarón Zapico, secundado por su hermano Pablo en la guitarra barroca y por el resto de miembros del grupo Forma Antiqva, presencia casi perenne en cualquier programa del género que se precie. Por cierto, la 'Forma' es muy importante, y todos los miembros masculinos del grupo iban uniformados. A ver si aprenden otros que han hecho de la informalidad sobre el escenario una desagradable norma.

Forma Antiqva respetó también la 'Forma' sobre el escenario, con sus componentes impecablemente uniformados

La nómina de autores invocados en la velada de ayer fue larga. Biaggio Marini, el discípulo de Bondioli que con apenas una veintena de obras en su haber conquistó un lugar al sol de los compositores más considerados de su tiempo, recorriendo las cortes europeas. Andrea Falconieri, quien en su 'Libro Primo di Canzone', condensó el ambiente musical de la época, entre lo religioso, lo burlesco y lo profano. Girolamo Frescobaldi, maestro del 'tempo' y una figura que influyó decisivamente en la concepción de este en la obra de Bach. Giulio Caccini, mucho más que ese 'Ave María' que se le atribuye y que no es suya, músico de cámara de los Médici. La gran Bárbara Strozzi, la 'rara avis' del Barroco italiano que escribía canciones para ella misma que acabaron pasando a la historia. Samuel Scheidt, el precursor alemán que inventó el 'muro de sonido' tres siglos antes de que Phil Spector lo hiciera suyo, añadiendo variaciones cada vez más complejas en sus composiciones. Tarquinio Merula, que brilló en la composición sacra en Cremona y Bérgamo. Marco Uccelini, maestro de las sonatas. Y claro, Claudio Monteverdi, el hermano mayor de una generación que dio sonido a la convulsa Italia del XVII, extendiendo sus ramificaciones por las cortes del resto de Europa. Todos ellos fueron los artífices primigenios del crecimiento de la ópera en el entonces fraccionado país transalpino, poniendo las mimbres para un liderazgo que aún no ha abandonado. Estadísticamente, los autores 'azzurri' son los más representados en el mundo, y el redescubrimiento de la ópera barroca no ha hecho sino aumentar esa apabullante proporción.

El programa se inició con el prólogo, integrado por la obra de Biaggio Marini, 'La Zorzi e la Zoppa', a la que siguió un aria del 'Orfeo' de Monteverdi, 'Dal mio Permesso amato'. Rial, con cuerpo de encaje y falda en un color verde vivo, se vio obligada a cantar con partitura –¡Habría sido increíble que lo hubiera hecho sin ella!–. Su fraseo limpio, su capacidad para el adorno en algunos pasajes, y su proyección excelente proporcionaron al público el cada vez más raro privilegio de entender todo lo que se cantó.

Los bises fueron una canción de Falconieri y 'Si dolce é'l tormento', de Monteverdi

Muy buenos chelo y contrabajo en 'L'infanta arcibizzarra', llevando el peso armónico, y espectaculares los violines en todos sus diálogos y apoyos, como en esa 'Sinfonía', de 'Il ritorno d'Ulisse in patria' con el que se abrió el segundo acto. Entrañable la interpretación de 'Amarilli ma bella', de Giulio Caccini, con Rial compartiendo la banqueta con Aarón Zapico, y Pablo Zapico a la tiorba, evolucionando sobre el escenario. Vertiginoso el inicio del tercer acto, con la 'Bataglia de Barrabasso, yerno de Satanás' de Andrea Falconieri, Exquisitos los juegos vocales de Rial en 'L'Eraclito amoroso' de Barbara Strozzi, un desafío superado casi cuatro siglos después de que fuera escrito para ser cantado por su autora.

La delicada brisa –luego transformada en viento que movía los cipreses– acunó la interpretación de 'Si dolce é'l tormento' de Monteverdi, muy aplaudida. Aarón Zapico demostró su dominio del clave en el 'Aria sopra La Bergamesca' y Rial estuvo más juguetona que nunca en 'Se l'aura spira', de Frescobaldi. Una larga ovación final provocó un bis, 'O bellisimi capelli', encantadora canción de Falconieri. El otro bis lo provocó Antonio Moral, el director, quien sugirió que se repitiera 'Si dolce é'l tormento'. Como dijo Nuria Rial: «¿Quién le niega un deseo a Antonio Moral?». Gracias a ese antojo, las notas de Monteverdi quedaron flotando en una noche cuajada de buena música.

José Antonio Muñoz

Efectos barrocos

Granada Hoy | 9 de julio de 2021

Empaste, afinación exquisita, minucioso fraseo y una originalidad sin límites evidenciaron que Forma Antiqva es uno de los grupos más brillantes del panorama de la música antigua en el país.

Tras su excelente trabajo en la Academia de Música Antigua del Festival que dio como resultado la representación de The Fairy Queen de Henry Purcell, Forma Antiqva volvió anoche a los escenarios de la 70 edición. Bajo el título de Una ópera imaginaria en un prólogo y cinco actos, el grupo asturiano nos ofreció un recorrido por la música del “Seicento” italiano con un planteamiento muy elaborado y original ideado por Aarón Zapico. Relacionando cada uno de los cinco actos de esta “ópera imaginaria” con un afecto o pasión, plantearon una historia con una enorme carga emocional aunando piezas instrumentales y vocales correspondientes a los inicios de la ópera.

Un original escenario -el Patio de los Inocentes del Hospital Real- y un cambio de solista marcaron la primera impresión. El concierto fue programado y anunciado en un principio con Anna Caterina Antonacci, pero el contacto estrecho de la soprano italiana con un positivo COVID hizo aparecer en escena finalmente a Nuria Rial. Si al comenzar la acústica patio hizo echar de menos la leve reverberación del cercano Patio de los Mármoles, la intimidad que proporcionó su estrechez y el efecto visual de los cipreses intercalados entre el publico crearon un efecto mágico. Desde los primeros de la Zorzi & La Zoppa de Biagio Marini Forma Antiqva estableció el poderío sonoro y expresivo que luego reinó a lo largo del concierto. Al vivaz comienzo le siguió el Dal mío Permesso amato, prólogo del Orfeo de Claudio Monteverdi con el que la Música invita a guardar silencio y escuchar el drama que se va a desarrollar a continuación. El desprecio fuel el afecto del primer acto: L’Ifanta arcibizzarra de Girolamo Falconieri seguida del Cosí mi disprezzate de Frescobaldi excelentemente cantado y expresado por la envolvente voz de la soprano catalana nos metieron de lleno en el segundo acto, La melancolía, en el que destacó el delicado diálogo de los dos violines obligados con la tiorba en el bello pasacalle de Biagio Marini que se unió sin solución de continuidad con el desgarrador Amarilli mia bella de Giulio Caccini que Nuria Rial cantó sentada desde la banqueta del clave. La cercanía, la expresividad de su perfecta dicción italiana y las exquisitas ornamentaciones emocionaron a los oyentes dejando una melancólica calma tras de sí que contrastó con el brillante comienzo del acto III, la Battaglia de Barabasso, yerno de Satanás de Falconieri.

En este acto dedicado a una figurada batalla o desencuentro entre dos amantes se sucedieron la difícil cantata de Barbara Strozzi, L'Eraclito amoroso y su emotivo lamento “Vaghuezza ho sol di piangere” con el que Rial y el excelente acompañamiento de Aarón y Pablo Zapico con Ruth Verona en el grupo del continuo, volvió a conmover. Con la Galliard Barraglia del compositor alemán Scheidt tocada de forma trepidante y original por el conjunto instrumental, continuaron los actos IV, Del Lamento y V del Perdón en las que las palabra cantada tomó mayor protagonismo. Así, con la conocida Sì dolce è’l tormento de Monteverdi con la que Rial y la flauta de pico de Alejandro Villar terminaron de rendir totalmente culminó la parte doliente del drama para dar paso a la alegría de la reconciliación. Con el nexo unión de una danza de Marco Uccellini, la frescura de Se l’aura spira y Vi ricorda , o bosch’ombrosi nos devolvieron a la luz y la alegría. Tras una cerrada ovación con el público en pie nos regalaron O bellissimi capelli de Falconieri y de nuevo Sì dolce è’l tormento de Monteverdi y con las que Nuria Rial demostró por última vez que es una intérprete sin parangón en el repertorio del “Seicento” italiano. Empaste, afinación exquisita, minucioso fraseo y una originalidad sin límites y sobre todo, el entusiasmo y la pasión por lo que están haciendo evidenciaron que Forma Antiqva es uno de los grupos más brillantes del panorama de la Música Antigua en España.

Mercedes García Molina

Recital "único" de Forma Antiqva

La Nueva España | 6 de julio de 2021

«Son los mejores». Con esta sentencia esperaba ayer Consuelo Motas, junto a su familia, el concierto de “Forma Antiqva” en el XXIV Festival de Música Antigua.
El trío formado por los hermanos Zapico se ha ganado el favor del público y los críticos, llevando sus experimentos barrocos a los escenarios más ilustres del mundo.
Acompañados de los violinistas Jorge Jiménez y Daniel Pinteño, y con Ruth Verona al violonchelo, presentaron «Farándula Castiza», un programa ganador del prestigioso premio Sello FestClásica 2021 en el Antiguo Instituto.
Melómanos como César Pérez y su mujer acudieron ayer por primera vez a un espectáculo de la formación para disfrutar de un concierto único”. “No hay muchas oportunidades de escuchar música antigua. En el Auditorio de Oviedo hay mucha clásica pero no con instrumentos antiguos como los que tocan ellos”, coincidía la pareja entre los turistas y aficionados que hacían cola ajenos a que las entradas para el concierto estaban agotadas desde el pasado sábado.
El trío asturiano es célebre por investigar el repertorio barroco español y llevar a escena a compositores poco reconocidos con propuestas experimentales. En “Farándula Castiza” rescatan obras de José Castel, Vicente Baset y José Nebra, entre otros. El recital comenzó con la “Obertura de Iphingenia en Tracia”, de Nebra, al que siguieron tres jornadas y terminó con una pieza de Baset.
Ataviados con un vestuario diseñado especialmente para este concierto, hicieron un recorrido musical por el Madrid de mediados del siglo XVIII, dónde emergió un bullicio cultural con estilo propio.
En las calles madrileñas de la época las influencias italianas y francesas adquirieron un sabor castizo entre sainetes, zarzuelas y tonadillas, que en la tarde de ayer volvieron a cobrar vida en el patio del Antiguo Instituto.

Marta F. Silverio

Forma Antiqva o el clasicismo más vanguardista

El Comercio | 6 de julio de 2021

«¡Que bajas quedan las ambiciones y miserias de los hombres cuando se prestan los oídos a esta maravillosa música!», hubiera afirmado el mismísimo Boccherini al escuchar a la orquesta langreana Forma Antiqva.
Aarón Zapico y los suyos deslumbraron ayer el antiguo instituto Jovellanos con un recital propio de los siglos XVII y XVIII. Eso sí, desde el estilo libre e improvisado que les caracteriza y, por encima de todo, los ha postulado como uno de los grupos más importantes e influyentes de música clásica en España.
Durante el concierto, Aarón Zapico aprovechó para reivindicar la música española. «Los españoles tenemos que sentirnos orgullosos de nuestro patrimonio», y continuó recordando que «con Gijón, especialmente, tenemos un enganche muy particular, aquí empezamos nuestra carrera musical hace ya dos décadas». Mucho ha llovido, y los éxitos han llegado.
Su gira genera estupendas críticas por donde pasa, y se les reclama en todo el país. En la temporada 2020-2021 han estado en lugares tan emblemáticos como El Circulo de Bellas Artes de Madrid o el Museo Picasso de Malaga.
También han tocado en el Teatro Filarmónica de Oviedo y el nuevo Teatro de La Felguera, donde fueron recibidos con gran entusiasmo.
A causa de la situación sanitaria actual, los conciertos internacionales de Reino Unido y Alemania fue ron cancelados, pero su gira española está siendo muy fructífera.
Ayer, dentro del Festival de Música Antigua, el centro cultural Antiguo Instituto, lleno para la ocasión, aplaudió sin descanso al conjunto instrumental y vocal, pero también descubrió un Madrid histórico y una Iberoamérica genuina, la que dibujó Forma Antiqva con su 'Farándula castiza'.
Todo un éxito.

La OCAL llena de música la iglesia del Convento de San Luis en Vélez Blanco

Diario de Almería | 4 de julio de 2021

La XX edición del Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco se inició el sábado con el concierto de la Orquesta Ciudad de Almería (OCAL) que estuvo magistralmente dirigida por Aarón Zapico. La actuación se llevó a cabo en la iglesia del Convento de San Luis. El concierto fue gratuito.

Fue un concierto muy especial ya que estuvo dedicado a Dietmar Roth, fallecido el día anterior de forma repentina. Roth formó parte del equipo del Festival durante muchos años, y fue concejal de Cultura del municipio velezano, aparte de un gran colaborador en todas las actividades. Roth siempre fue una persona muy querida y respetada y que nunca se olvidara en la comarca.

La OCAL interpretó Chacony de Henry Purcell; Sinfonía (Riemann 4) Allegro-Andante-Allegro de Franz Xaver Richter; Concerto V Largo-Allegro-Andante moderato-Allegro de Charles Avison; Sinfonía (WolS I. D-21) Presto-Andante-Presto de Johann Stamitz y Don Quichotte-Suite burlesque Ouverture-Le Réveil de Quixotte-Son Attaque des Moulins à Vent-Les Soupirs amoureux après la Princesse Dulcinée-Sáncheces Panche berné-Le Galope de Rosinante-Celui d’Ane de Sanche-Le couché de Quixotte de G. Ph. Telemann.

El público que llenó la iglesia aplaudió el repertorio escogido por Aarón Zapico y el concierto ofrecido por la OCAL. También tuvo lugar un aplauso de varios minutos para Dietmar Roth, ya que Aarón Zapico tuvo unas palabras de recuerdo para este hombre que tanto hizo por la cultura en la comarca de los Vélez.

La próxima actividad del Festival de Música Renacentista y Barroca tendrá lugar este jueves 8 de julio a las 20 con la apertura de la exposición que recoge los 20 años del Festival en el Claustro del Convento de San Luis, actual Escuela de Música. El próximo concierto será el día 17 de julio a las 21 horas en el Claustro del Convento de San Luis a cargo de Manel Sánchez Riera a la guitarra y Kimiyo Nakako, soprano. Sánchez Riera y Nakako presentan el espectáculo Tonos y Ayres compuesto por tonos y villancicos de compositores españoles del Renacimiento y el Barroco. El concierto será gratuito hasta completar el aforo.

‘The Fairy Queen’ o el triunfo de la formación y el talento joven

Scherzo | 3 de julio de 2021

Granada. Teatro Isabel la Católica. 2-VII-2021. Purcell: The Fairy Queen. Soraya Méncid, soprano. Roger Casanova, barítono. Víctor Cruz, barítono. Rebeca Cardiel, soprano. Serena Pérez, mezzosoprano. Christina Campsall, mezzosoprano. Coro de la Orquesta Ciudad de Granada. Academia Barroca del Festival de Granada. Director musical: Aarón Zapico. Directora de escena: Rita Cosentino.

Es un lugar común, al menos desde los albores de la civilización, despotricar contra los jóvenes. En los últimos tiempos, por las circunstancias particulares en las que nos hallamos inmersos, se han podido oír algunas jeremiadas notables al respecto. Por no hablar, en particular, de cuando se mira con desesperanza la relación entre la juventud y la llamada ‘música culta’. Pero todos estos lamentos y augurios cenizos se ponen en su contexto después de asistir a espectáculos como este The Fairy Queen, donde un grupo de jóvenes, tras un proceso de selección, se han reunido en torno a unos maestros para trabajar, pensar y hacer música juntos por iniciativa del Festival de Música y Danza de Granada. Y el resultado de todo, que se ofrece al escrutinio público, ha sido una versión de la obra de Purcell que recoge la música y reinventa el marco dramático (en esencia, una versión libre de El sueño de una noche de verano de Shakespeare) a partir de la idea original de semiópera, gracias a una escenografía espectacular y abigarrada y una puesta en escena simpática, alocada, más inverosímil que absurda, que resulta, no sé si de forma consciente, en un sofisticado pretexto escénico puesto al servicio de una música de belleza intemporal.

Desde que Aarón Zapico, el director musical, atento, concentrado, resolutivo, dirigiendo desde el clave muy pegado a su formación, ataca el preludio, comienza una sucesión de casi dos horas de excelente (y emocionante) interpretación que muestra el talento y el esfuerzo realizado durante el taller: precisión, elegancia, fuerza, lirismo, alacridad. Es impresionante el trabajo de estos músicos que, en tres semanas de trabajo conjunto, se han convertido en un genuino ensemble. Luego están las voces. Sería injusto destacar a alguno de los seis cantantes sobre los demás, porque sus actuaciones fueron sobresalientes; como además cada uno tenía su protagonismo más o menos sucesivo, el público podía asombrarse así sucesivamente con sus intervenciones.

Pero no solo destacaron en lo vocal (se ve ahí la proverbial buena mano formativa del contratenor Carlos Mena); también se revelaron como estupendos actores, muy precisos en sus movimientos y acciones escénicas, siempre muy cuidados (ahí, la buena mano de la directora de escena): hay que ser muy bueno para cantar con tanta elegancia y dominio, mientras a la vez se hace el ganso de forma tan graciosa y estudiada en la mejor tradición de la pantomima. Al asistir al espectáculo, conceptos como “joven” y “promesa” se desvanecían: solo había buena música estupendamente bien interpretada. Los acompañaba el coro de la OCG, cuyo director, Héctor Eliel Márquez, ha conseguido convertir en una formación solvente y todoterreno: ora en el foso, ora en acción, desplegándose por la escena como ayudantes mágicos, durante toda la obra fueron realizando un comentario musical, matizado y elocuente, de la acción dramática.

La ‘cultura’, ese concepto tan vago y manoseado, sobre todo cuando se vincula con lo público, quizá tenga que ver con esto: proporcionar medios y espacios de formación desde la base para que el talento, más o menos joven, pueda aprender, desarrollarse y encontrarse con la tradición para poder así releerla y darle continuidad.

José Manuel Ruiz Martínez

La ópera también puede ser divertida

Ideal Granada | 2 de julio de 2021

Reaparece la noche cuando aún no ha anochecido. En la larga y calurosa tarde estival, el teatro de la Acera del Casino se abrió ayer, y volverá a hacerlo esta tarde también, para ofrecer la página operística de este año. Año de celebración del septuagésimo aniversario. Y, como suele ser habitual, con un tema recurrente que recorre, de forma más o menos serpenteante, la programación. En esta ocasión el Festival ha escogido La Noche, cuya aureola poética ha inspirado ubérrima literatura y decenas de obras musicales. Para pergeñar una producción propia sobre la nocturnidad y la música, la cita granadina no ha oteado en la lejanía, sino que ha mirado a su entorno más cercano y ha escogido dos de los grupos más activos, de los que hogaño hacen música en nuestra ciudad, como son la Academia Barroca del Festival de Granada y el Coro de la Orquesta Ciudad de Granada.

Para completar este juego de complicidades se ha contado con un músico también frecuente en las citas musicales granadinas: Aarón Zapico, tan dúctil como brillante.

La reina de las hadas es una ópera construida por Purcell sobre la obra Sueño de una noche de verano de su compatriota William Shakespeare. En ella el argumento es tal vez lo que menos importa, lo que sobrenada es la bella música, los asertos en forma de poemas del vate de Stratford y un innegable amor a la vida entretejido con una ardorosa defensa del amor, a través de los sueños. Sueños de quedar dormidos y sueños de soñar, incluso despiertos. Tratando el mismo tema de Calderón pero en su antípoda perfecta.

Todo esto queda magistralmente expuesto sobre el escenario del teatro Isabel la Católica. E incluso un poco más adelante, donde se ha ubicado la orquesta, rica en sonoridad, con entradas limpias y precisas, brío mesurado en los finales y calculando empastes para que la mucha cuerdo no avasalle las dos flautas, una de ellas con un solo de extremada delicadeza.

Arriba el espacio escénico está muy bien utilizado por Rita Cosentino y Carmen Castañón, aunque muchos objetos para un teatro con tan escasa envergadura. Más que acertado es el carrusel que lo ocupa todo, tal vez como metáfora de las vueltas que da la vida y de que en el amor siempre estamos a punto de comenzar, aunque creamos que estamos ya de vuelta. Atrás las montañas de mentira y delante el fuego de verdad y una luna de leds para enriquecer el catálogo de globos y otros objetos que colman la escena evidenciando que se trata de una obra plenamente barroca, con su horror vacui.

Para la música sin versos es acertada la coreografía de Aarón Martín y muy ingenioso el vestuario de Gabriela Salaverri, con alas angélicas, negros de clown y formas globosas para los más brincadores. Con esta preciosa representación, plena de juventud, dinamismo, color y buena música, se deshace el tópico de que la tarde es para lo fácil y sin exigencias, y la noche es para la gran música. Aquí la noche es por la tarde y la tarde se hizo noche. Si usted quiere disfrutar de un rato divertido y apreciar el barroco en estado puro, no deje de pasar 'una tarde en la ópera'.

Andrés Molinari

Los Zapico, profetas en su tierra

La Nueva España | 27 de mayo de 2021

“Forma Antiqva” deslumbró en el Auditorio con un concierto sólido y vibrante, en el que interpretó joyas ocultas del archivo catedralicio.

Jugar en casa siempre es positivo, aunque también acarrea una responsabilidad que puede agarrotar al mejor virtuoso. Para “Forma Antiqva”, actuar en el auditorio Príncipe Felipe, el mismo escenario del que fueron durante varios años grupo residente, es lo más parecido a tocar en casa. Así lo dejó claro Aarón Zapico, al inicio del concierto que la formación barroca ofreció ayer en la sala de cámara, y así lo demostró la orquesta durante un vibrante concierto, de cerca de hora y media, en el que demostraron que lo de venirse abajo con la presión no va con los hermanos Zapico ni con su excelso grupo de colaboradores, para deleite de un público que despidió a “Forma Antiqva” con una cerrada ovación.

A “Forma Antiqva” se le vio cómoda desde el minuto uno. Ni siquiera el cambio a última hora del programa previsto, motivado por la suspensión de un festival en Alemania (en el que el grupo preveía presentar ese mismo repertorio, lo que les obligó a modificar su concierto en el Auditorio), alteró a los músicos, que empezaron fuerte con la obertura de “Iphigenia en Tracia”, de José de Nebra, y un fandango de Bernardo Álvarez Acero.

Tras estas dos piezas, Aarón Zapico hizo uso de la palabra para presentar el concierto al público que llenaba, hasta donde permiten las restricciones sanitarias, la sala de cámara. Zapico mostró su agradecimiento, el de toda la formación, por el respaldo del público asturiano y, también, por el programa cultural que está desarrollando la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo (FMC), en el que se enmarca el ciclo Primavera Barroca, al que pertenece el concierto de ayer. Una entidad a la que reconoció su apuesta por la cultura y por mantener abiertas las salas de conciertos.

Aarón Zapico señaló que el grupo siente el respaldo del público ovetense y asturiano, y que tras tantos meses de sufrimiento, tras padecer numerosas cancelaciones a causa de la pandemia, ver una sala como la del Auditorio llena resultaba emocionante. Más aún ante el hecho de que tocaban “en casa”.
Sobre el concierto, Aarón Zapico señaló que radiografían musicalmente al Madrid del siglo XVIII, a través de obras singulares, muchas de las cuales gozaron de popularidad en su época, y algunas recuperadas en archivos como el de la Catedral de Oviedo, del que los Zapico exhumaron varias obras de Vicente Basset, incluidas en su disco “Basset”, y del que interpretaron ayer tres piezas durante su concierto.

“Ninguno de estos compositores son Bach o Haendel, pero tampoco les hacía falta. En España tenemos que quitarnos esos prejuicios a la hora de juzgar la música española, tanto el público como los intérpretes. Es necesario conocer nuestra música”, aseguró Zapico, antes de retornar al clave y arrancar un concierto en el que encadenaron las obras del citado Basset con otras de José Castel, Niccolò Conforto, el célebre Luigi Boccherini, Giovanni Battista Mele, Santiago de Murcia y Francisco Carselli, antes de retornar a José de Nebra y, de nuevo, Basset, para cerrar la tercera jornada.

Para ese entonces, el público estaba ya entregado. Habían sido una hora y doce minutos de intenso concierto, con la formación encadenando obra tras obra, con los Zapico brillando al clave (Aarón), la tiorba (Daniel) y la guitarra (Pablo), pero dejando espacio para los soberbios violines de Jorge Jiménez y Daniel Pinteño, para la viola vibrante de José Ángel Vélez, para el chelo distinguido de Ruth Verona, para el rotundo contrabajo de Jorge Muñoz y para la sólida percusión de Pere Olivé. Todos formaron una maquinaria bien engrasada y generosa, entre ellos y con un público animoso al que regalaron dos propinas: una seguidilla de Pablo del Moral, “Nadie publique de amor”, recuperada de los fondos de la Biblioteca Nacional, y un segundo pase del fandango de Álvarez Acero.

A. G. TORRES

Pinceladas musicales del Madrid dieciochesco

El Comercio | 27 de mayo de 2021

Forma Antiqva, el grupo asturiano dirigido por el clavecinista Aarón Zapico, cerró con éxito la Primavera Barroca de Oviedo.

‘Farándula castiza’ es el título del recital de Forma Antiqva con el que ayer concluyó la VIII Primavera Barroca de Oviedo en el Auditorio. Si farándula es una palabra que se relaciona con el mundo del teatro y del espectáculo, lo castizo lo asociamos con lo popular madrileño, la ciudad que en el siglo XVIII empezaba a transformarse de poblachón manchego a capital de la Corte.

El clavecinista Aarón Zapico, al frente de Forma Antiqva, nos invita en ‘Farándula castiza’ a un recorrido por las calles de ese Madrid dieciochesco, en las que de esquina a esquina se podía escuchar un fandango popular, un aria cantado por el castrato Farinelli, extraída de una ópera de un compatriota suyo italiano como Nicolo Conforto, o Giovanni Battista Mele, un trío de Boccherini, una música de un viejo maestro de capilla o una sinfonía de Vicente Basset.

Esa atmósfera abigarrada de sonidos que supo reflejar de una manera tan excelente Boccherini la recogieron ayer los hermanos Zapico –Aarón, Daniel (tiorba) y Pablo (guitarra)– con los violines Jorge Jiménez y Daniel Pinteño, el viola José Ángel Vélez, la violonchelista Ruth Verona, el contrabajista Jorge Muñoz y el percusionista Pere Olivé.

Antes de comenzar el concierto, Aarón Zapico se dirigió al público agradeciendo su presencia y la labor del Centro Nacional de Difusión Musical y la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo.

Zapico reivindicó la defensa del patrimonio musical al que llevaba dedicado ya veinte años y anunció para el mes de agosto la grabación de la música de algunos maestros de la Catedral de Oviedo.

Se disculpó por la alteración del programa, ya que estaba previsto un recital que relacionaba las obras de jardinería con la música, y que, al final, se sustituyó por este, vinculado al Madrid del 1750.

El estilo de Forma Antiqva es bien conocido. Por una parte, combina una interpretación libre, a veces improvisada, y, por otra parte, una verdad estilística propia de la época.

Para los Zapico, la partitura es una mera radiografía sobre la que se crean tímbricas nuevas, fraseos y matices coherentes con la obra.

En este sentido, destacamos ‘Cumbés’, del guitarrista Santiago Murcia, una obra con ritmos de amalgama de gran modernidad, que recuerdan a la música iberoamericana.

La belleza melódica de José de Nebra en las oberturas y las sinfonías de Vicente Basset, muy variadas, fueron otros aspectos del concierto, en el que también hubo cabida para lo más castizo hispano, que es el fandango y sus variantes.

El percusionista con las castañuelas, Pere Olivé, que nos recordó a Lucero Tena, dio toda una lección de cómo se toca rítmicamente la música española.

Un concierto muy aplaudido, cerrándose con un fandango del siglo XVIII como propina.

Ramón Avello

La modernidad de las formas antiguas: los hermanos Zapico en Lugo

Bachtrack | 2 de mayo de 2021

Entre todos los compositores interpretados, Gaspar Sanz tuvo un especial énfasis. Su música abrió el concierto con una sugerente y envolvente recreación de su Marionas. Pero también pudimos escuchar de él valiosas interpretaciones de sus arrebatadas Jácaras o de su intimista Españoleta. Melodías las de este compositor que nos trasladan a un pasado remoto y desconocido, pero al mismo tiempo música atemporal, que habla muy de cerca al oyente del siglo XXI y más aún en las recreaciones de Forma Antiqva, que combinan sabiamente lo auténtico y lo creativo.

Entre las elaboradas piezas de Kapsberger y de reveladoras ediciones anónimas españolas, destacó igualmente la música de Santiago de Murcia. De él escuchamos piezas como su sublime Grabe que nada tiene que envidiar a los recurrentes Adagios del Barroco italiano. Sus Folías galegas fueron el mejor homenaje al público lucense. No me cabe duda de que, a pesar de los siglos transcurridos, esta música tocó el corazón del público lucense, que completaba el aforo disponible, tan cerca como el mío propio. La recreación de Forma Antiqva, a pesar del reducido número de instrumentistas tuvo un sorprendente carácter sinfónico. Una vez más el Salón de columnas del Círculo de las Artes, mostró su idoneidad para este tipo de repertorio. Las Cumbees y la Giga del mismo compositor, interpretada ésta como propina, tuvieron un carácter más lúdico y placentero. En la interpretación de la primera tuvo un mayor peso el clavecín de Aarón Zapico mientras en la segunda fueron respectivamente la guitarra y la tiorba de Pablo y Daniel quienes llevaron el protagonismo. Pero en todas las interpretaciones hubo un muy cuidado y trabajado balance entre los tres instrumentistas, quienes se hermanaron -nunca mejor dicho- en ofrecer al público interpretaciones de altísimo voltaje, en muchos aspectos diferentes a sus grabaciones discográficas de este repertorio, convirtiendo el concierto en un hecho único ¡que se hizo breve para todos!, a pesar de la generosa propina.

Pablo Sánchez Quinteiro

Baset Symphonies

American Record Guide | 1 de mayo de 2021

These are the first recordings of the recently discovered Symphonies 2 to 12 by Vicente Baset (1719-64). They were written in Madrid in 1753. (Symphony 1 is lost.) Aaron Zapico, director of the 21-member Forma Antiqua (4-4-2-2-1) and the leading force behind this recording, says in the liner notes that the scores are “in a sense naked”, i.e., mostly without markings or directions. His solution: he studied them at the harpsichord and let his experienced imagination take the lead.
Zapico ordered the symphonies (all between five and seven minutes in three fast-slow-fast movements) not numerically but by a mix of different styles (jigs, pastorales, etc. mixed with occasional use of castanet or tambourine) and succession of soloists (violin, cello, baroque guitar, oboe, theorbo). The changing character of the movements keeps the music fresh and inventive.
Baset’s style melodically and structurally makes me think mostly of Vivaldi. The players are finely tuned—no sour period sounds here.
Their tempos are upbeat, their rhythms are crisp and infectious, and, just when a series of string movements might begin to become wearing, the mix of soloists adds just the right colors to keep things fresh.
The results are most pleasing and never tiring—a far cry from yet another album of unknown baroque composers who are forgotten for good reason.

French

Recuperando la primavera

La Nueva España | 16 de abril de 2021

El tercer concierto de la VIII edición de la Primavera Barroca tuvo un protagonista indiscutible: el compositor español Francisco José de Castro. “La Real Cámara” ya había interpretado en Oviedo los conciertos del opus número 1 del “Spagnuolo”, y en esta ocasión hicieron lo propio con los ocho conciertos que integran su opus número 4 (una verdadera lástima que los números 2 y 3 se hayan perdido). Para completar el programa, dos conciertos de Giuseppe Torelli, contemporáneo y mentor de José de Castro.

A pesar de la brevedad de los conciertos, la música de Castro no tiene nada que envidiar a la de otras figuras de gran peso en el panorama musical universal como Corelli o el propio Torelli. Además, la esmerada interpretación de “La Real Cámara” contribuyó enormemente a esta visión atractiva de las obras del español, desplegando sobre la sala de cámara del auditorio un crisol de sonoridades que varió desde la brillantez de los violines al lustre de la trompeta, la dulzura del oboe, la profundidad del violonchelo o el siempre colorista y sugerente rasgueo de la guitarra barroca.

Los tres primeros conciertos fueron ejecutados con mucha solemnidad y delicadeza, con algunos bellos diálogos entre los violines, en el primero, y un buen Gutiérrez al oboe, desarrollando con acierto las agilidades en un segundo concierto con alguna reminiscencia incluso a Bach en determinados pasajes. Para cerrar esta primera sección del programa, el “Concerto per la tromba Estienne Roger 188 en re mayor” de Torelli, donde Casañ (trompeta) mostró un buen fiato y, al igual que su compañero del oboe, supo insuflar aire de forma constante para aportar volumen a las frases y redondear su actuación.

Nuevamente tres conciertos del “Accademico Formato” (bajo cuya autoría estaría José de Castro), donde la formación comandada por Emilio Moreno lució equilibrada, siempre bien ensamblada y balanceada, matizando las melodías y los materiales temáticos que saltaban de un instrumento a otro aportando gran riqueza a la obra y al oyente.

El segundo concierto de Torelli que se ponía en liza demostró que los estilos de ambos compositores están íntimamente ligados, dando paso al expresivo “concerto settimo”, quizá el más melancólico y nostálgico de todo este opus del compositor sevillano por el carácter de sus melodías, especialmente en los movimientos lentos lo cual resultó todavía más efectista en contraste con las partes más veloces. En el último, que cerraba la velada musical, todos estuvieron muy concentrados e implicados en cuidar el volumen y la emisión. En definitiva, algo más de una hora de música donde quedó claro que “La Real Cámara” sigue recuperando patrimonio nacional y, el público ovetense, la primavera que le han robado.

La Real Cámara y el ‘Torelli español’

Scherzo | 16 de abril de 2021

El siglo XVII español es, musicalmente hablando, de lo más atípico. Y no lo es solo comparado con lo que había fuera en ese mismo periodo (no llega ni por lo más remoto a la majestuosidad de la música francesa, de la italiana, de la alemana o, incluso, de la inglesa), sino con lo que ha habido y con lo que habrá dentro (lo que ha habido son es una inigualable producción polifónica durante el Renacimiento y lo que habrá es la italianización del Barroco durante el siglo venidero). Más aún: comparada con cualquier otra de las bellas artes españolas de esa centuria (sobre todo, la pintura y la literatura, abarcando esta última también el teatro), la música resulta bastante enclenque. Baste un simple dato: en las últimas décadas del XVII y en las primeras del XVIII, apenas se compone en España música instrumental, lo cual es una paradoja si tenemos en cuenta que ese es el momento de la eclosión de la sonata y del concierto en el resto de Europa.

Entre los contadísimos ejemplos de música instrumental española de aquel periodo hay que destacar al sacerdote sevillano Francisco José de Castro (1670-1730). Pero, claro, en lo musical Castro tuvo bien poco de español: en edad aún joven se estableció en el norte de Italia. Primero, en Brescia, donde compuso sus Trattenimenti armonici op. 1, un conjunto de diez sonatas en trío publicadas en 1695 por la imprenta del editor boloñés Giacomo Monti (fl. 1632-1689). El violinista Emilio Moreno escuchó hablar por primera vez de Castro hace ya muchos años, por boca de la clavecinista oriolana Genoveva Gálvez, recientemente fallecida. Los grabó para el sello discográfico de RTVE en 1988 (junto al violinista Ángel Sampedro, el violagambista Sergi Casademunt y el clavecinista Albert Romaní) y en 2016 hizo una segunda lectura para el sello Glossa (junto al violinista Enrico Gatti, a la violonchelista Mercedes Ruiz, al laudista Pablo Zapico y al clavecinista Aarón Zapico). Moreno no dudó en calificar entonces a Castro como el “Corelli español”, por la similitud estilística con las sonatas de Arcangelo Corelli (1653-1713).

La imprenta de Monti publicó en 1708 —como un Op. 4— ocho concerti accademici de un ignoto compositor que utilizaba el pseudónimo de “Accademico Formato”. Dado que se trataba del mismo editor, teniendo en cuenta que Castro perteneció a la bresciana Accademia dei Formati y, por último, considerando que el sevillano dejó por esos años Brescia para instalarse en Bolonia bajo el manto protector de Giuseppe Torelli (1658-1709), todo apunta a que “Accademico Formato” no era otro que el propio Francisco José de Castro. De nuevo Emilio Moreno, con los mismos compañeros de viaje que tuvo cuando recuperó el Op. 1 de Castro, desempolva ahora estos ocho concerti accademici (sí, ya lo sé, existe una grabación de una formación valenciana, con instrumentos modernos, realizada hace no mucho, pero es mejor echar tierra sobre ese asunto… por el bien de Castro).

Con los mismos compañeros de viaje, no exactamente, ya que ha añadido al oboísta Rodrigo Gutiérrez y al trompetista Ricard Casañ. ¿Y por qué? Pues porque esta música se alumbró en Bolonia, donde estaba —y sigue estando— la Basílica de San Petronio, meca de la trompeta en aquel momento gracias, principalmente, a Giaccomo Antonio Perti y al ya mencionado Torelli, que fue alumno suyo. De estos ocho concerti accademici, cinco son con oboe, dos son con trompeta (exactamente se dice en la partitura que son con oboe, pero que se puede tocar “una tromba in mancanza dell’oboè”) y el último es con oboe y trompeta. Por la misma razón que Moreno, cuando abordó el Op. 1 de Castro, dijo que se trataba del “Corelli español”, ahora, con el Op. 4, no tiene reparos en decir que estamos asimismo ante el “Torelli español”.

La calidad de estos ocho conciertos (todos ellos, de muy breve duración) es formidable. En mi opinión, están muy por encima de los trattenimenti del Op. 1. El oboe les confiere una elegancia inaudita y la trompeta los dota de una formidable grandiosidad. Precisamente por su cortedad en cuanto a tiempo, Moreno opta por incluir en el programa el magnífico Concerto per la tromba en Re mayor (publicado en Ámsterdam por el editor Estienne Roger, un hugonote que huyó de Francia tras la revocación del Edicto de Nantes y que se asentó en esta ciudad holandesa en 1691) y la Sinfonia à tre en Do mayor op. 5 nº 5 (para dos violines, violonchelo y bajo continuo, datada en 1692).

A estas alturas, La Real Cámara no precisa de presentación. Cumplidos ya los treinta años de existencia, es uno de los grupos camerísticos nacionales más sólidos y baqueteados, tanto en Barroco como en Clasicismo (ahí están sus referenciales grabaciones de Luigi Boccherini, por ejemplo). Sí es menester, en cambio, extenderse en ciertas consideraciones sobre los dos solistas de viento. Rodrigo Gutiérrez ha tocado el oboe con algunas de las más importantes orquestas historicistas del continente (y casi de más allá del continente, ya que fue colaborador de MusicAeterna cuando la formación de Teodor Currentzis tenía su sede oficial en la siberiana Perm). Y lo sigue tocando, aunque ahora se prodiga menos, ya a su faceta de oboísta ha añadido la de cantante (es tenor). Ricard Casañ ha dejado amplias muestras de su maestría con orquesta nacionales e internacionales, y su fiabilidad resiste cualquier prueba (y eso que es de los trompetistas que recurren, para modular, a un solo agujero, en lugar de los de tres —y últimamente, hasta cuatro— que parece que se han impuesto de forma definitiva). Lo de ambos en este concierto del Auditorio Nacional fue toda una clase magistral de cómo tocar estos dos endiablados instrumentos.

En suma, música bellísima, con una interpretación de muchísimos quilates por obra y gracia de Emilio Moreno, al que tal vez algún día este país le reconozca oficialmente la impagable e incansable labor de recuperación patrimonial que ha realizado y que sigue realizando.

MADRID / Una tarde en el Café Zimmermann con Forma Antiqva

Scherzo | 10 de abril de 2021

Madrid. Teatro Fernán Gómez. 9-IV-2021. II Festival Música Antigua Madrid. Forma Antiqva. Director y clave: Aarón Zapico. Obras de Telemann.

Se conoce como Café Zimmermann, aunque su verdadero nombre era Zimmermannsche Kaffehaus. Se trataba de la cafetería que Gottfried Zimmermann poseía en Leipzig y que alcanzó fama (local, entonces; universal, a partir de los años 70 del pasado siglo) porque en ella Johann Sebastián Bach estrenó un puñado de cantatas profanas (por ejemplo, Schweigt stille, plaudert nicht, cuyo sobrenombre es Cantata del café) y obras instrumentales.

Pero antes de que Bach apareciera por allí, ya había alcanzado popularidad en el Zimmermann su compadre, Georg Philippe Telemann (llevó a la pila bautismal en 1714 a Carl Philipp Emanuel, segundo vástago del Johann Sebastian y Maria Barbara, nacido cuando residían en Weimar). Desde el año 1720, el Zimmemann alojó las veladas musicales en las que Telemann, por ese entonces un joven estudiante de Leyes, dirigía al Collegium Musicum, pequeña orquesta integrada por jóvenes universitarios que, como él, poseían ciertos rudimentos musicales. Los conciertos eran gratuitos, si bien el posadero se debió de forrar vendiendo humeantes tazas de café y dulces para acompañar esta bebida que, por esos años, causaba furor en toda Europa.

Forma Antiqva, la agrupación de cámara que dirige el clavecinista Aarón Zapico, ha querido recrear en el Festival Música Antigua Madrid cómo pudo ser una de aquellas veladas cafetero-musicales del Zimmermann de los años 20, con Telemann tocando el violín o la flauta de pico, vaya usted a saber, porque Telemann, además de compositor (el más prolífico de la historia), fue un virtuoso de ambos instrumentos… y de otros muchos: la viola da gamba, la flauta travesera, el órgano, el oboe o el salmoé.

Buena parte de la producción de Telemann tiene a la flauta de pico como protagonista. No es difícil deducir el porqué: como avispado empresario que asimismo era (en 1728 fundaría Der getreue Musikmeister, uno de los primeros periódicos musicales de la historia, en el que cada quince días se publicaban las partituras por entregas de obras de cámara), sabía que en las casas de aquella incipiente burguesía germana este instrumento era uno de los más apreciados, quizá porque resultaba uno de los menos complicados de tocar. A Telemann le obsesionaba vender muchas partituras, pues era la única manera de abonar las cuantiosas deudas que contraía sin cesar su manirrota esposa.

Forma Antiqva (los tres hermanos Zapico, con Aarón al clave, Daniel a la tiorba y Pablo a la guitarra, junto con el flautista Alejandro Villar, el violinista Daniel Pinteño y la violonchelista Ruth Verona) ofreció varias sonatas en trío y varias sonatas para flauta de pico en un programa jovial y desenfado que hizo las delicias de los asistentes. Al acabar, lo que pedía el cuerpo era una buena taza de café, en vez de las habituales cervezas postconcierto.

Eduardo Torrico

Vicente Baset et ses symphonies

Crescendo Magazine | 1 de abril de 2021

Vicente Baset (1719 – 1764) : Symphonies. Madrid 1753. Forma Antiqva, direction : Aarón Zapico. 2020. Livret en espagnol, anglais et allemand. 68'43'' 1 CD Winter & Winter 910 266-2

Vicente Baset, (écrit parfois Basset) était un des violonistes de l'orchestre constitué par Farinelli pour le théâtre « Coliseo del Buen Retiro». Ce fut l'une des meilleures formations de l'Europe du baroque, au service des fastes du Roi Ferdinand VI et de la Reine Barbara de Bragança. Il faut souligner ce nom car elle était une claveciniste et compositrice hors pair dont le maître fut tout simplement Domenico Scarlatti. Son apport comme mécène musical fut absolument essentiel : elle fit venir à la Cour Scarlatti, dont les obligations comportaient un concert journalier pour la famille royale, et Farinelli, avec sa cohorte de chanteurs et instrumentistes renommés. Ce qui plus tard ouvrirait le chemin à Gaetano Brunetti ou à Luigi Boccherini, consolidant ainsi une influence italienne cruciale dans l'histoire de la musique espagnole. La musique de Baset a connu des vicissitudes bariolées : une partie de sa musique a été retrouvée en Suède... dont les « Symphonies » réunies dans ce disque. En réalité, le terme fait ici référence à des ouvertures d'opéra, genre auquel il consacra sa vie, autant dans la compagnie royale que dans celle, plus populaire, de Maria Hidalgo. En 2016, Raúl Angulo publia l'édition critique pour l'association Ars Hispana, permettant ainsi la naissance de ce projet.

Aarón Zapico est un claveciniste doué et imaginatif : ses enregistrements du baroque espagnol font état d'une imagination très méditerranéenne et d'une excellente connaissance stylistique du baroque. Dans sa facette de chef, avec un ensemble bien soudé constitué en grande partie par sa fratrie, Aarón laisse beaucoup de marge à la créativité et à la fantaisie de chacun des solistes de l'orchestre, dont l'excellent hautbois Pedro Castro et le violoniste Jorge Jiménez. Celui-ci apparaît comme un artiste sérieux et compétent, même si l'on aurait imaginé un peu plus de panache pour jouer un genre de musique tellement imbriqué dans la théâtralité. Car c'est là le double tranchant de ces 11 symphonies : elles font preuve d'une grande créativité, elles sont scintillantes et l'on y trouve certains effets très réussis. Mais, mises hors de leur contexte utilitaire, on a un peu de mal à rester concentré à leur écoute : l'attention se disperse et viennent à la mémoire des compositions bien plus ambitieuses de ses contemporains Antonio Soler, le vieux moine de Montserrat et l'Escurial, à la production fascinante, ou de José de Nebra pour l'opéra. Il est vrai aussi que le public de la Cour devait leur prêter à l'époque une attention assez distraite...

L'intérêt historique de ce projet est indiscutable par sa valeur patrimoniale, mais il est moindre si l'on prend un point de vue strictement musical. Il est aussi desservi par une prise de son quelque peu terne. Ce projet a été financé par la Fundación BBVA, initiative dont tout amateur de musique sera ravi. Zapico est aussi l'auteur du magnifique article qui accompagne le CD : histoire, choix interprétatifs, contexte culturel, instruments utilisés, tout y est !

Son : 7 Livret : 9 Répertoire : 7 Interprétation : 8

Xavier Rivera

ドイツのレーベルWinter & Winter発、グローバルでクリエイティヴな3作品

Mikiki | 18 de marzo de 2021

3兄弟からなるスペインの古楽器アンサンブル、フォルマ・アンティクァによる、18 世紀バロック期マドリードの劇場で活躍した幻の作曲家Vicente Baset (1719-1764) 作品の世界初録音。
当時音楽的中心だったイタリアのスカルラッティ、またはテレマンやヴィヴァルディの作風を彷彿するがリズムの鮮烈さはスペインのもの。
代表のアーロン・ザピコ曰く、曲中に「Allegro con Valentía」つまり「勇気を伴って」との珍しい指示が作品全体の解釈に影響を与えたとのこと。譜面に真っ当に向き合いつつも陰影に満ちた演劇的な解釈で、清々しい充実感を与える。

«Primera grabación mundial de la obra del compositor desconocido Vicente Baset (1719-1764), activo en los teatros de Madrid durante el Barroco del siglo XVIII, por Forma Antiqva, conjunto de instrumentos españoles antiguos formado por tres hermanos.
Recuerda al italiano Scarlatti, centro de la música en ese momento o al estilo de Telemann o Vivaldi, pero con la viveza del ritmo de España.
Según Aarón Zapico, la insólita instrucción "Allegro con Valentía" ("con coraje") en uno de los movimientos influyó en la ejecución de toda la obra. La interpretación teatral, que está llena de contrastes, se enfrenta correctamente a la partitura, dando una refrescante sensación de plenitud.»

Vicente Baset

Diapason | 1 de marzo de 2021

Il est des curiosités patrimoniales qui valent le détour, et des projets mieux défendus que d'autres. Tel est le cas de ces pièces pour orchestre composées en 1753 à Madrid par Vicente Baset, un violoniste originaire de Valence. L’anthologie que proposent Aaron Zapico et son ensemble baroque reflète bien des influences, nobles, galantes ou populaires, principalement locales bien sûr, mais avec parfois des relents européens, notamment de la sinfonia vénitienne.
La fluidité de ces pages et leur variété ne vous feront certes pas crier au génie oublié, mais elles ressuscitent un petit monde musical madrilène, entre cour, rue et palais, auquel il est toujours agréable de se frotter. D'autant plus que Forma Antiqva ne ménage pas sa peine et insuffle à ces partitions du troisième rayon tout l'élan, le plaisir, les couleurs et l'esprit qu'elle suggère ... et dont elle a besoin.

Olivier Fourés

Forma Antiqva: Medicina para el alma

La Nueva España | 4 de febrero de 2021

"Forma Antiqva" es uno de los grupos asturianos más laureados a nivel nacional e internacional, algo que ha granjeado las simpatías del público ovetense hacia la formación de “los Zapico”. Quizá esta apuesta por la programación de artistas locales sea uno de los pilares sobre los que deba sustentarse la regeneración de la centenaria institución ovetense: hasta ahora todos ellos han demostrado un gran nivel, realizan sus interpretaciones visiblemente motivados y emocionados y suponen una poderosa atracción para el público.

"Concerto Zapico Vol. 2" es uno de los trabajos discográficos de los hermanos Zapico y supone un recorrido que nos involucra de lleno en la música barroca, de la mano de autores como Gaspar Sanz, Farnaby, Santiago de Murcia, Kapsperger o Vitali, un repertorio los hermanos Zapico controlan con total brillantez. Este dominio se pudo percibir en el hábil manejo de la agógica, en el discurrir de las líneas melódicas, muy ajustadas a un fraseo correcto, y en cómo imprimían a cada pieza ese carácter bailable con el que ganan frescura y movimiento.
Además, el tratamiento de las ornamentaciones y las resoluciones en las cadencias son de una factura muy bella y elegante.

Ahora bien, al margen de estas cualidades colectivas, los integrantes de "Forma Antiqva" se distinguen, a su vez, por ser excelentes solistas. Daniel hace de la tiorba un apéndice más de su cuerpo. Capaz de acompañar con solvencia a sus hermanos, tiene la particularidad de desarrollar con aplomo pasajes más virtuosos, logrando un sonido doliente en las “Españoletas”. Pablo aporta un sinfín de colorido con cada rasgueado de su guitarra barroca, y Aarón maneja el clave con una agilidad pasmosa. Muy seguros en todo momento, optaron por un volumen muy contenido, cuidando la emisión y recreándose en su sonoridad.

También se atrevieron con varias danzas de carácter más folclórico cuyas melodías son fácilmente reconocibles de la música tradicional: unas Folías gallegas, una Giraldilla de Sama de Langreo y un Fandango de Leitariegos, esta última, con un sonido algo más presente y de carácter más trepidante y enérgico.

En líneas generales, las piezas interpretadas durante el concierto, atractivas y delicadas, fueron un remanso de paz para los asistentes, al mismo tiempo que una ocasión para valorar el indispensable papel que juega la Sociedad Filarmónica en cualquier ciudad. Como el propio Aarón explicó: «Las Filarmónicas son un tesoro a preservar»; la música de "Forma Antiqva", medicina para el alma.

Jonathan Mallada

Bach luminoso y fecundo (Grandes Autores e Intérpretes de la Música)

Ritmo | 3 de febrero de 2021

Más serenidad y recogimiento que la pretendida obscuridad que insinuaba su gótico titular inglés "Dark Bach", en el espectáculo musical con apoyo de imágenes “congeladas" ofrecido por el Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid. Una velada musical que contara con el protagonismo del dúo formado por Emilio Moreno a la viola da braccio, y Aarón Zapico al clave.

Un recogimiento que se amparó en la siempre generosa y sufrida música de Bach y, por su significado expreso, de buen número de sus reveladores preludios corales entre otras piezas, ajustado a una interpretación que se acercó a la hora de duración, sin interrupciones. Casi todo un nuevo sermón, vertido entre tinieblas con la sola y blanca luz glacial en pantalla, del recio e impertérrito Thomaskantor de Leipzig desde su púlpito musical.

En tiempos, repetía un recordado profesor del Conservatorio Superior madrileño: "Bach es el enemigo de todos los músicos". Él se refería, claro está, a la impresionante cantidad de hallazgos, especialmente armónicos, que en su música encontramos. Una riqueza ante la que es fácil palidecer y sucumbir como creador, bisoño a su lado. Bien. Cuando experimentamos la capacidad, la impresionante flexibilidad de adaptación, no sólo de arreglo instrumental más o menos apropiado o veleidoso, sino incluso conceptual, que permite la concisión de la música bachiana, uno se queda asombrado de cómo está afirmación se confirma en otros terrenos insospechados... Mucho más allá de lo simplemente técnico musical.

Y así fue una vez más esta tarde de la sala de cámara del Auditorio Nacional, en una contrita miscelánea de obras originales y arreglos para viola da braccio, sin o, mayormente, con clave, del repertorio del de Eisenach, elegidos con efectivo sentido homogéneo y acompañados de luminosas imágenes -una por pieza- con relativa análoga uniformidad de una Antártida no menos impertérrita.

Y tal fue el efecto de virtual detención del tiempo, que bien les costó a los dos intérpretes de facto hacer entender al público, en la obscuridad de una sala silenciosa y ante la consumación de la última partitura e imagen, que el programa, efectivamente, había concluido.

Me hago eco, también para terminar aquí, de aquella recomendación bachiana de sugestivo inicio en el, a su manera, lenitivo y esperanzador coral B.W.V. 641: "Wenn wir in höchsten Nöten sein..." -“Si estamos en situación desesperada… y no sabemos dónde buscar ayuda y consejo..."-. Rellenen ustedes o, si prefieren, completen la letra con el coral original.

La insondable hondura del Bach más oscuro

Scherzo | 31 de enero de 2021

Para quienes hemos seguido desde la niñez las grandes gestas del alpinismo, el nombre de Jerónimo López nos resulta extraordinariamente familiar. En 1978, López fue, junto a Miguel Ángel García Gallego (el patriarca de la saga de los “Murcianos”), el primer español en escalar la mítica pared de El Capitán (914 metros de perfecta verticalidad), en el Yosemite californiano. Y en 1988, López hizo cumbre, sin necesidad de oxígeno, en el Everest. Geólogo y profesor de Geodinámica en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), López es, sin duda, uno de los mayores expertos mundiales en los polos. Conoce la Antártida como el salón de su casa por su profesión, pero también por su vocación montañera: en 1990 holló el monte Vinson, la cima más alta del continente del hielo, en una ascensión en la que tuvo que soportar temperaturas próximas a los 40 grados bajo cero.

Por todo ello (y por Bach, por supuesto), me resultó tremendamente emotivo el concierto de anoche en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional. Me explico: organizado por la UAM dentro de su ciclo Grandes Autores e Intérpretes de la Música, durante el concierto se proyectaron en una pantalla gigante imágenes imponentes de la Antártida, realizadas en sus varias estancias allí por Jerónimo López. La cuestión visual, unida a lo inusual de la música interpretada, hizo de esta experiencia algo memorable.

Desde las remotas referencias que podamos tener de ella (la expedición de 1874, con dramático final, de Ernst Shackleton al mando del “Endurance” me sigue pareciendo una gesta comparable a la llegada del hombre a la Luna), la Antártida resulta siempre turbadora. Tanto como pueda serlo esta música del Bach más oscuro. Son movimientos de una serie de obras (sonatas, cantatas y corales para órgano) que Emilio Moreno ha ido adaptando para viola y clave desde el absoluto conocimiento que de Bach le confieren cuatro largas décadas interpretándolo, como primer violista de la Orquesta del Siglo XVIII, sin cesar.

Hace justo un año aparecían en el sello Glossa estas adaptaciones, en el que considero uno de los proyectos discográficos más íntimos y profundos que se han realizado sobre Bach en mucho tiempo. La impresión se acrecentó anoche en directo, en parte gracias a la exposición fotográfica de López, pero también a la impactante oscuridad de la sala. La gravedad del sonido de la viola adquiere otra dimensión cuando esta asume papel protagónico. Y eso lo sabía muy bien nadie Bach, que sentía predilección por este instrumento, tantas veces denostado.

La interpretación de Moreno y de su acompañante, el clavecinista Aarón Zapico, tuvo una hondura insondable, tanta como la propia música de Bach o como la desértica vastedad de la Antártida. Hay quien sostiene que lo que más nos acerca a Dios a los que no creemos en Él es la música de Bach. Y anoche tuvimos una prueba más de lo acertado de esta reflexión.

Redescubrir Bach en la Antártida: Moreno y Zapico en el ciclo de Grandes Autores de la UAM

Bachtrack | 31 de enero de 2021

El XLVIII Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Universidad Autónoma de Madrid se atreve con una singular combinación de música e imágenes: Bach y la Antártida. La relación entre imagen y sonido se basa en la recíproca sugestión, en la posible analogía que suscita en nuestra imaginación, en la necesidad de completar la experiencia visiva con el sentido del oído y viceversa. Ya Scriabin se adentró en el terreno de la sinestesia con la posibilidad de ofrecer una experiencia sensorial completa, con un intento de fundamentación científica de la relación entre el color y la tonalidad. En este caso, la intención es probablemente más modesta (y sensata), y lo que aquí nos interesa sobre todo destacar es la labor musical de dos intérpretes de gran calidad como Emilio Moreno y Aarón Zapico.

Las imágenes a cargo del profesor Jerónimo López son el testimonio de una importante investigación durante decenios en la Antártida y lo cierto es que su proyección, con los músicos en la penumbra, contribuyó a crear una tonalidad emotiva de concentración y serenidad. Se titulaba el programa del concierto The Dark Bach, y más que oscuro, nos pareció un Bach interior, sosegado, metafísico. Y hay una razón musical para ello: el instrumento protagonista del concierto, a saber, la viola da braccio, empuñada por Moreno. El repertorio específico para instrumento del compositor alemán nunca se ha encontrado y, tal vez, nunca se llegó a escribir como tal. Por lo tanto, lo que escuchamos fueron piezas adaptadas por el proprio Moreno desde otras partituras, concediendo las voces interiores a la viola y el bajo y la línea melódica al clave de Zapico.

Por ello se decía que se trataba de un Bach metafísico, porque su música trasciende la dimensión material de un instrumento concreto y se adapta a la perfección al nuevo contexto. En cuanto a la selección de las piezas se trató de varios corales, tríos, dos sonatas (“compuestas” a partir de diversos fragmentos) y dos piezas para viola sola, el Trés Vivement (Fantasie BWV572) y un Pedal-Exercitium (BWV598), éste último pensado como un ejercicio para el pedalier del clave. En definitiva, un repertorio orientado hacia la espiritualidad y la meditación en el que el empaste sonoro se presentaba de manera singular al cubrir la viola las voces intermedias.

Moreno y Zapico han colaborado en diversos proyectos, entre ellos la grabación de estas piezas de Bach, por lo que muestran un profundo entendimiento recíproco, devolviendo una sonoridad compacta, un contrapunto riguroso y una afinación cuidada. Así el diálogo entre los dos se basó en los contrastes dinámicos y el recorrido entre las voces de los motivos melódicos en la Sonata en do menor o bien la seriedad melancólica del trío extraído del BWV583. Por otro lado, fue en los corales, como el Helft mir Gottes Güte preisen BWV613, donde se evidenció ese rol fundamental que tienen las voces intermedias en las composiciones bachianas: Moreno recogía ese tejido a veces ignorado y enriquecía la línea principal, con esos motivos que a veces desaparecen y luego reaparecen.

Con el coral Ich ruf zu dir, Herr Jesu Christ (BWV639), se hizo más presente la sugestión visiva de la Antártida, al recordarnos de esta pieza bachiana en la película Solaris, con esa posible similitud entre mundos perdidos, aunque Moreno y Zapico la interpretaron con un tiempo más sostenido que las ejecuciones más conocidas para teclado. Las dos piezas a cargo exclusivamente de Emilio Moreno pusieron de evidencia, además de la capacidad del intérprete de plasmar una sonoridad más plena y robusta, la complejidad polifónica que Bach atribuía incluso a una pieza pensada como un mero ejercicio. Progresivamente nos adentrábamos en el pensamiento musical de Bach, por una vía distinta, sin por ello desentrañar plenamente su misterio.

Escuchar a Bach nos fascina siempre, nos impacta en una tesitura que es emocional y racional a la vez, pero además, en el caso de ayer, tenía un aliciente relacionado con la labor de redescubrir y adaptar las obras del Kapellmeister de Leipzig para ese instrumento tan peculiar que es la viola da braccio. Una labor de investigación que nos conduce a conocer más a fondo las buenas prácticas interpretativas, que nos aleja de la música como mero espectáculo y nos devuelve su complejidad y su intenso trabajo.

La Antártida no será nunca probablemente un lugar muy hospitalario, pero acompañado por la música de Bach se nos quedó impreso como un paraje de la mente en el que reflexionar, acompañados por esa calma que solamente esa irreal lejanía puede conceder.