1. A teléfono armado

Así fue. Un atraco a teléfono armado.

Y claro, cómo te vas a negar. Que confíen en ti de esta manera. Que te digan que puedes aportar algo interesante pues te estimula. Claro que sí. ¿A quién no? Luego está el tema de los contenidos. Mi trabajo, mis viajes, los hoteles, la gente que conozco, el acceso a otras culturas y gastronomías me proporciona muchos. Otra cosa es que sean interesantes. O que le puedan interesar al lector y volver a hacerlo todos los meses. Responsabilidad. Ahí está el problema. Pero acepto.

Decido que no voy a hablar de política. O al menos, no directamente. No quiero contribuir al exceso político en el que se ha convertido nuestro día a día, a la sobrecarga de declaraciones, juicios, puyas y tertulias que se alojan en el cogote. Ya estoy hablando de política. Basta.
Pienso esto en silencio mientras viajo en el AVE. Vagón de silencio (sí, los hay) de Sevilla a Madrid. Ayer concierto, mañana concierto. Ciudades, comidas y climas diferentes y nuevos. Observo a mis compañeros de grupo cómo trabajan en el ordenador o sumergidos en pilas de papeles, los veo organizar programas y escribir, quizá, esclarecedores artículos en revistas especializadas. O una columna de opinión, quién sabe. Me asomo a la mesa de mi vecino: “Medidas y unidades de las radiaciones ionizantes”. No, de esto no escribo seguro.

Sigo pensando en la obligación mensual que acabo de adquirir y llego a la noble conclusión de que solo puedo escribir de algo que verdaderamente conozca, de algo que tenga interiorizado, que forme parte de mi identidad. De mi persona. Algo con lo que me sienta cómodo realmente. Sí, efectivamente, como cuando trabajo delante de un público. Es lo mismo, me digo. Tira por ahí.

Por fin lo tengo claro: quiero hablar de cultura. De las maneras que tenemos de ser más sensibles, receptivos y cívicos. Imaginativos. Mejores personas. No creo que haya mejor vehículo para este objetivo. Pero necesito algo que una estos pensamientos, que vertebre las reflexiones y que cristalice las conclusiones.

Ya lo tengo. La música.