9. Allí

Allí suelo comer pargo rojo frito, que no es rojo sino tostado. O corvina, frita también. Peces de tamaño considerable en plato alargado que acompaña su espinazo. Y plátano verde, aplanado y también frito, que no es verde sino amarillento y se llama patacón. O arroz, que es blanco para mezclar con el verde, esta vez sí, de una ensalada mínima con tonos rojizos de tomate. Guarniciones que combinan bien con el pescado. ¿Cuál descarto? Y algo de picante, que es naranja y viene en un bote que vale más no mirar. Y antes, ceviche, blanquecino por la carne del pescado pero con toques morados de la cebolla y un punto ácido que lo convierte en adictivo. Para beber, cerveza. De claro dorado porque es ligera y no le eches hielo, por Dios te lo pido.

Allí las mesas son de colores y la luz de los chiringuitos refulge contra ellas creando una atmósfera azulada y un punto mortecina. La música está puesta por encima del gusto y las posibilidades de las bocinas, que es como llaman allí a los altavoces, y el ambiente es ¿cómo decirlo? auténtico.

Allí es el mercado de mariscos de Panamá, icono de una ciudad multicolor, que abraza un mar de pacífico azul claro y anuncia un Casco Antiguo de decrépito morbo. Cafés tostados, oscuros chocolates con rojos chiles y verdes limonadas. De vez en cuando, polleras blancas y beiges. Y bordados rojos y azules sobre fondo blanco. La gente camina y brilla por el sudor de un clima que aprieta y ahoga de vez en cuando.

Allí es un país que lucha por seguir siendo verde a pesar del canal, que es gris y gigantesco.

Allí, para mí que voy con placentera regularidad, es Buxtehude. Es su fe inquebrantable. Su sinceridad. La misma que ves en los ojos de los alumnos que te apuntan con un mucho de verdad

Allí es un paraíso. Podemos construir uno efímero y llevarlo con nosotros cuando nos falte alguna verdad en la mirada. Al menos, podremos escucharla. Escribe en tu navegador [buxtehude membra jacobs].

Vete allí.