ROSA DEL CIEL Un viaje por las emociones del Barroco
El seicento italiano es una fábrica que no cesa en su frenética producción. Bajo el estandarte de la Nueva Música se ponen en tela de juicio las bases de la música occidental y tiene lugar uno de los cambios profundos más radicales en la historia de la música. Los ingredientes de espontaneidad, fantasía y libertad copan la fabricación de nuevos instrumentos, la invención de formas musicales y, en definitiva, una nueva vía de expresión en el que las palabras son dueñas de la armonía. Los afectos se apoderan del compositor en su afán de conmover al espectador.
Este estilo novedoso y moderno de hacer música favorece los afectos extremos, que iban desde el dolor violento a la alegría exuberante, en contraposición al comedimiento y sencillez del ya caduco Renacimiento. La representación de estos estados precisa de un vocabulario más rico que sacuda los fundamentos armónicos, melódicos y rítmicos de la propia música.
Estos renovadores fundamentan sus preceptos en la Antigüedad y, así, el discurso musical pasa a seguir las directrices de Cicerón de enseñar (docere), deleitar (delectare) y conmover (movere) a través del afecto colérico, sanguíneo, melancólico y flemático. Italia había alumbrado una nueva época.
Imbuidos de esta revolución e inventiva, presentamos un programa que pretende ser un recorrido por esta época fascinante. Para ello, y siguiendo la estructura de las primeras óperas cortesanas, hemos organizado las obras musicales en un prólogo y cinco actos. La imaginaria acción transcurre en Venecia, a principios de 1600, y nuestro unívoco personaje desdoblará su psique al dictado del afecto. El desprecio, la melancolía, la batalla, el lamento y el perdón serán los reconocibles adoquines de una calzada que nos llevará de viaje a nuestro interior.
La música extrovertida y descriptiva de Falconieri, grave y solemne en las introducciones en antiguo estilo de Monteverdi, divertida y espontánea en Merula y Uccellini o más profunda en el caso de Marini son el armazón que sostiene el programa. Ejemplos característicos de un lenguaje, el instrumental, cuyas formas aún están explorándose y el lenguaje armónico todavía se remueve inquieto en la tonalidad. La polaridad de las voces extremas, con un acompañamiento (el Bajo Continuo) en verdadera explosión creativa improvisada y unos instrumentos ornamentales que flotan virtuosos refuerzan el carácter de la pieza vocal a la que preceden o concluyen. Son obras cuidadosamente elegidas para preparar al oyente en lo verdaderamente importante: la palabra.
Y es que son los desgarradores textos de los lamentos de Monteverdi, el de la Arianna y Disprezzata Regina, donde encontraremos la más pura esencia de la poesía puesta en música. La palabra coloreada y el afecto descarnado. Como contrapunto necesario a esta tensión aparece una rítmica aria estrófica (Vi ricorda, o bosch’ombrosi), deliciosas canzonettas con milagrosa economía de medios (Si dolce é’l tormento y Se l’aura spira) o una activa y guerrera aria del genio del teclado, Girolamo Frescobaldi (Così mi disprezzate). Capítulo aparte merece Barbara Strozzi y su Lagrime mie. Hija bastarda, madre soltera, virtuosa del canto, compositora audaz y empresaria de éxito, es la suya una de las personalidades más fascinantes de la época.
Como es norma en Forma Antiqva, la interpretación de estas obras descansa en un equilibrio entre la investigación de las fuentes y prácticas de la época, con cuidadas y propias ediciones urtext para su uso en conciertos, y el empleo imaginativo y creativo no solo de los recursos idiomáticos de los diferentes instrumentos sino del talento y personalidad del intérprete.