Prensa Press 2022

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Zapico y «Forma Antiqva» cierran con éxito sus dos recitales en Madrid

La Nueva España | 22 de diciembre de 2022

El público dedicó una extensa ovación a los más de 400 protagonistas del concierto

Una extensa ovación resonó en el Auditorio Nacional tras el primer concierto –el martes– de Aarón Zapico en Madrid como parte del «Mesías Participativo» organizados por la Fundación La Caixa. Era el mejor colofón para que Zapico, sus músicos y cantantes, cogieran fuerzas para repetir ayer actuación y volver a conseguir un gran éxito.

Las tres horas de concierto y el viaje emocional que supone el «Mesías» de Händel provocaron las lágrimas de varios de los músicos. El mismo Zapico sacó un pañuelo antes de comenzar la tercera y última parte de la obra para secarse el rostro y cerrar el primero de los dos encuentros que le hacían sentir «muy emocionado», en palabras del langreano.

Bajo la batuta del asturiano estuvieron la orquesta Forma Antiqva –fundada por él mismo junto a sus hermanos Pablo y Daniel–, el coro de la Orquesta Ciudad de Granada y un grupo de más de 400 cantantes aficionados acomodados en los anfiteatros.
El langreano hizo suya una obra compuesta en el siglo XVIII por un Händel que había estado al borde de la muerte unos años atrás a causa de una apoplegía. Cuenta el alemán Stephan Zweig, autor de «Momentos estelares de la humanidad», que componer El Mesías en 24 días fue lo que ayudó al director a curar sus dolencias. Por aquel entonces, los registros vocales femeninos no estaban contemplados en ninguna de las piezas. Es una de características que Zapico incluye en su versión, a la que además añade instrumentos clásicos tales como el laúd, la trompeta barroca o los violines sin cuerdas de metal. Una versión «magnífica», en definitiva, para algunos de los asistentes.

Zapico hizo de todas las piezas un trabajo conjunto, pues no se limitó a trabajar con su coro. Cuando los aficionados tomaban partido, el asturiano alzaba la vista hacia ellos para dirigirles con el mismo ímpetu que al resto. Cuando llegaron los aplausos, Zapico los pidió también para los anfiteatros. Acto seguido, segundos después de despedirse, volvió a ocupar su lugar en el centro del escenario para concederle al público de nuevo la pieza más famosa de Händel, «Aleluya», que, entonada en la voz de más de quinientas personas, envolvió al recinto. El extenso viaje por el nacimiento, la muerte y la resurrección de Jesús que hace esta obra tomó la forma de «una bala que llegó al corazón de los presentes», en palabras del público.

Helena Montenegro

La «bala en el corazón» de Aarón Zapico

La Nueva España | 21 de diciembre de 2022

El langreano dirige una exitosa versión del «Mesías» de Händel en el Auditorio de Madrid con instrumentos del siglo XVIII y voces femeninas

Navidad, el «Mesías» ya ha arribado a Granada y a Madrid de la mano de un asturiano. Aarón Zapico es este año el director de orquesta encargado de dirigir la edición decembrina del «Mesías participativo», una iniciativa de la Fundación La Caixa, un «auténtico premio» para su carrera, en palabras del propio director.

A la primera cita celebrada ayer en el Auditorio Nacional –la segunda tendrá lugar hoy, 21 de diciembre– no faltó la Reina Sofía, que fue arropada por una gran ovación del público y los integrantes del coro. El director de orquesta langreano afrontaba el encuentro, el día antes, con gran emoción: «Madrid es casi tan especial como Oviedo, siempre vienen figuras muy importantes».

Aaron Zapico hace de esta celebérrima obra, compuesta por Georg Friedrich Händel en el siglo XVIII, una versión que trae de vuelta los instrumentos clásicos de la época (laúd, violines de cuerda...) y las voces femeninas, pese a que la obra original estaba escrita sólo para registros masculinos.

Batuta y coros
Bajo su batuta, la Orquesta Barroca «Forma Antiqva», su proyecto común junto a sus hermanos Daniel y Pablo, el Coro de la Orquesta Ciudad de Granada, y los cantantes «participativos» a través de la Fundación La Caixa.

En definitiva, más de 400 voces que han trabajado durante meses la obra por su cuenta y que ahora presentan el resultado, una autentica «bala al corazón», en palabras de los mismos tenores aficionados que se han animado a participar en esta edición.

«Por aquí han pasado muy buenos directores, pero esta versión está siendo magnífica», comentaban los participantes después de la conclusión de la primera parte (la referente a la Navidad) de las tres que componen la famosísima partitura de Händel.

Helena Montenegro

‘El Mesías’ participativo de la OCG: tradición renovada

Scherzo | 19 de diciembre de 2022

Granada. Auditorio Manuel de Falla. 16-XII-2022. Haendel, El Mesías. Jone Martínez, soprano. Carlos Mena, contratenor. Francisco Fernández-Rueda, tenor. Elías Arranz, barítono. Coros participativos. Coro de la Orquesta Ciudad de Granada. Orquesta Ciudad de Granada. Director: Aarón Zapico.

En una tradición musical navideña, equiparable ya a tantas otras similares, se ha interpretado una vez más en Granada El Mesías de Haendel por la OCG y el coro de la OCG (en el escenario) junto con toda una panoplia de coros de la provincia —unos 260 sesenta coralistas— estratégicamente distribuidos por el patio de butacas. El hecho de que el concierto se haya realizado ininterrumpidamente durante tantos años (a excepción de los malditos de la pandemia), ha permitido el interesante ejercicio de ir cotejando las versiones que los distintos directores —algunos de gran prestigio en este repertorio— han ido realizando de una obra, por lo demás, muy conocida e interpretada.

La de Aarón Zapico, desde su especialización en la música antigua, ha resultado sin duda sorprendente y refrescante, con una voluntad clara de desautomatizar una música que, como decimos, podemos pensar ya muy escuchada: si bien los tempi no eran en principio extremosos salvo alguna excepción, sí había una clara atención al detalle sorprendente, a marcar mucho las dinámicas y potenciar todo tipo de contrastes que subrayaban la naturaleza eminentemente dramática, por no decir operística, de la obra. En este sentido, a veces podía pecar casi de cierto manierismo (quizá también muy propio de la juventud), pero en ningún caso este resultaba enojoso, antes al contrario, como toda buena interpretación resaltaba el valor de la música y permitía escucharla como si fuera nueva, lo que es muy de agradecer. Muestras de lo que digo son los sorprendentes pizzicati en el aria del tenor Every valley, o la no menos sorprendente intervención sul ponticello de las cuerdas al comienzo del recitativo acompagnato del bajo For behold… (y que por otra parte expresaba muy bien la idea de la oscuridad cubriendo la tierra), entre otras muchas. Hubo momentos sublimes, emocionantes: en general, toda la segunda parte, la dedicada a la Pasión de Cristo, con números perfectos en su planteamiento dramático, como el electrizante Surely!

El coro de la OCG demostró conocer muy bien ya la pieza, y supo amoldarse con la mayor versatilidad a las ideas, tan claras, del director, y sonó matizado y magnífico, muy preciso en las habilidades (especialmente bien las sopranos). También es muy de agradecer el esfuerzo del director por dirigir de verdad a los coros participativos —se volvía con frecuencia a la sala y se comunicaba con ellos con su gestualidad precisa, ejecutiva, cortante pero cordial—, lo que hizo que estos, en general, y salvo algún despiste concreto, participaran razonablemente de la dinámica de la interpretación, paradójicamente mejor en algunos números difíciles que en los consabidos (sí, el Hallelujah!), donde tendían a relajarse. La orquesta demostró igualmente su aplomo y ductilidad para interpretar la obra; magnífico el solo de trompeta de David Pérez en The trumpet shall sound, que llegó a eclipsar al solista, y bellísimo el del violín en el aria If God be for us, a cargo de Peter Biely, que ya comienza a ser una tradición en sí misma dentro del Mesías de la OCG.

Las voces estuvieron muy bien, en general. La soprano Jone Martínez estuvo espléndida, por timbre, dicción y musicalidad, con adornos de lo más hermoso y oportuno (maravilloso Rejoice, greatley). El tenor Francisco Fernández-Rueda tenía un vibrato excesivo y estaba algo tenso en los agudos, con lo que el resultado general no siempre era el más apropiado, lo que se evidenció en la falta de acople con el alto en el dúo O Death, where is thy sting?, pero bien en algunos solos tranquilos y líricos, en especial en su concatenación de números de la segunda parte, donde sacó su mejor voz y sentido musical (He was cut off…). Carlos Mena como alto sonó muy bien, matizado y seguro (qué estupendo He was despised, sin incurrir excesos fáciles, en pleno uso consciente de sus facultades). El bajo, Elías Arranz, solvente y de bello y profundo timbre, estuvo seguro y dramático.

En definitiva, un Mesías con voluntad de sonar como nuevo y de recordarnos la belleza inmarcesible de esta música, que vuelve cada año a Granada en su versión participativa como la propia Navidad.

José Manuel Ruiz Martínez

El maestro Joaquín Lázaro y la capilla musical de la catedral de Oviedo en el siglo XVIII

La batuta de Pablo | 12 de diciembre de 2022

«Sancta Ovetensis es un excelente trabajo de recuperación y difusión de la música que sonaba en la catedral de Oviedo a finales de la época barroca, y también un vehículo para dar a conocer al gran público el valor de la obra de Joaquín Lázaro, uno de los muchos nombres injustamente olvidados que jalonan la historia de la música española.»

Pablo Rodríguez Canfranc

Primera piedra. «Sancta Ovetensis» es un sensacional trabajo de recuperación patrimonial del grupo Forma Antiqva

La Nueva España | 17 de noviembre de 2022

Ningún responsable político tiene la menor duda en invertir en la protección del patrimonio artístico. Con una excepción: la música patrimonial. Ahí la desidia manda, aún en nuestro tiempo, con fuerza. Cuesta mucho esfuerzo y tiempo explicar que la música encerrada en los archivos está muerta y que ésta debe ser grabada e interpretada en vivo y que, para ello, es imprescindible un trabajo musicológico previo.

La catedral de Oviedo conserva un magnífico archivo musical y, salvo alguna excepción por alguna iniciativa puntual, que los asturianos desconocen por completo. Diversos especialistas han trabajado en ese archivo con dedicación y empeño personal, sin recibir nada a cambio. Pero ese ingente patrimonio está, en su mayor parte, insisto, yermo, encerrado en armarios y anaqueles.

Aarón Zapico, líder de la agrupación asturiana «Forma Antiqva», lleva años luchando para intentar sacar a la luz ese legado. Con paciencia infinita, en reuniones con políticos no siempre atentos a lo que se les explica, no se ha desanimado ante los portazos que habitualmente reciben los proyectos musicales. Y, por fin, se ha podido poner una primera piedra, un primer jalón, en el largo camino de rescate que aún queda de nuestro archivo catedralicio. Una colaboración de la Consejería de Cultura del Principado y del Ayuntamiento de Oviedo, con el impulso de la Concejalía de Turismo, ha conseguido el «milagro» de un concierto en vivo en la catedral en el verano de 2021 y ahora la edición del disco Sancta Ovetensis del prestigioso sello Winter&Winter que nos acerca al esplendor musical de la catedral en el tramo final del siglo XVIII.

Hay, como fondo, un trabajo musicológico esencial de la profesora de la Universidad de Oviedo María Sanhuesa, una de las mejores especialistas de nuestro país en el repertorio de los siglos XVII y XVIII. Sanhuesa conoce a fondo el archivo y tiene un control exhaustivo de los fondos que allí se atesoran. Las notas al programa de la grabación son un impecable trabajo de divulgación musical de un repertorio, de un compositor -Joaquín Lázaro- y de una época que pueden y deben servir para reivindicar la importancia de un legado que hemos de ser capaces de difundir y cuidar como se merece.

En el disco hay mucha y buena música. Diría, incluso, que magnífica. El resultado interpretativo es fastuoso, de primera línea, con unos resultados que ponen de relieve el magnífico momento que atraviesa la formación asturiana, convertida ya, por derecho propio en una referencia inexcusable en el repertorio español.
Las piezas vocales, con el acertado trabajo de la soprano Jone Martínez, son de un inusitado fulgor, tanto las de temática navideñas como las dedicadas a la patrona de la diócesis Santa Eulalia de Mérida. Ahí se deja ver, como explica Sanhuesa, «el pictorialismo musical y el lucimiento del solista» que se explicita en composiciones plenamente insertas en las corrientes musicales europeas del momento. Hay en el disco, asimismo, varias obras instrumentales anónimas: una muy interesante «Música de procesión» y un «Concierto para violín solista, violines y continuos» -recuperado con ingenio e ingeniería, podríamos decir- sensacional, una verdadera joya y que, sin duda, merece recorrido interpretativo en otras agrupaciones historicistas. El conjunto configura un corpus magnífico, formalmente exquisito y que ha de ser un punto de partida, no un hecho aislado.

Espero que las instituciones públicas no flaqueen ahora que se ha demostrado la calidad de las obras catedralicias. Señores políticos, ya no es una cuestión de fe. Tienen una prueba tangible. Compren y escuchen el disco y apuesten por poner en el lugar que se merece nuestro patrimonio musical. La trayectoria de un compositor a reivindicar como Joaquín Lázaro es un elemento esencial que le da una importancia capital a este proyecto. María Sanhuesa sintetiza estupendamente su legado: «La trayectoria de Lázaro condensó en un breve tiempo su oficio y su capacidad de innovación y experimentación con las músicas que creaba para los efectivo vocales instrumentales al servicio del templo. Fulgores sonoros, música de luz: la fugacidad de una existencia consumida en la llama de su arte».

Cosme Marina

Sancta Ovetensis, el esplendor catedralicio de su música

La música en Siana | 20 de octubre de 2022

Jueves 20 de octubre, 18:00 horas. Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias: Presentación del CD Sancta Ovetensis de Forma Antiqva.

Nada mejor que el Museo de Bellas Artes de Asturias para presentar el último trabajo de los asturianos Forma Antiqva con su sello alemán donde el directo del 21 de agosto de 2021 se pudo llevar al disco como el mayor tributo y legado a nuestro patrimonio inmaterial de una catedral Origen del Camino de Santiago que sigue en cierro modo «callada» pese a ser un auténtico pozo sin fondo en cuanto a toda la música que su archivo esconde y necesita darle voz.

Presidiendo el cuadro de la catedral que pintase el ferrolano Genaro Pérez Villaamil (1807-1854) en 1837 durante su primer viaje a nuestra tierra, hoy en este museo de los asturianos gracias a la donación en 2017 del mecenas Plácido Arango, ante un numeroso público donde estaba el Presidente del Principado Adrián Barbón al frente de autoridades autonómicas y locales, personalidades de la vida cultural y musical, directivos, docentes, amistades y familia de los protagonistas del día, se sentaban a la mesa los artífices de esta grabación: la doctora María Sanhuesa y el director de Forma Antiqva, Aarón Zapico, junto al director del museo Alfonso Palacio y el Director General de Cultura y Patrimonio Pablo León Gasalla.

Todos tuvieron su momento, desde el del apoyo institucional al museo que sigue colaborando con la formación asturiana y cuyo cuadro, portada del CD, pudimos contemplar bien analizado por Alfonso Palacio (también en el libreto del disco), pero incidiendo en la doctora Sanhuesa sin cuyo empeño no hubiésemos «descubierto» estas joyas, que tal como nos contó, Joaquín Lázaro (Aliaga -Teruel- 1746 / Mondoñedo -Lugo- 1786) la encontró a ella, historias personales que muchos conocemos sin olvidarnos de las dificultades en su trabajo, la defensa de un patrimonio como el musical del que la Catedral del Salvador se ha ido despojando durante siglos, y por supuesto Aarón Zapico quien no solo desgranó desde su propia experiencia lo que le supuso encontrar estas joyas del turolense a su paso por Oviedo, contactar con María Sanhuesa (sus notas en el disco son de por sí un documento musicológico) para hacer sonar estas obras catedralicias y llevarlas al disco, esperando todos no sea meta sino puerta abierta a la recuperación de nuestro patrimonio, que llegará a todo el mundo no sólo desde esta grabación discográfica sino también al directo, salas de concierto o conservatorios con el trabajo que supone «armar» estas partituras que bien se han encargado en desempolvar y nunca mejor dicho «darles voz» estos asturianos.

El disco recoge lo escuchado precisamente en la «Sancta Ovetensis» en agosto del pasado año con los mismos intérpretes y el «plus técnico» de una grabación muy cuidada, siendo Aarón Zapico quien explicaría la concepción de esta grabación como un tríptico:

– Seis obras vocales a cargo de la soprano Jone Martínez, un verdadero descubrimiento por su dicción, color de voz y gusto. Las aria da capo siguiendo la moda de su época, muy trabajadas y estudiadas en una maravillosa interpretación arropada por una formación plegada no al lucimiento, que también, sino a vestir unas melodías que suenan avanzadas para una Oviedo pujante en el panorama español del siglo XVIII.

– Las músicas instrumentales para unas procesiones como las del cuadro de Pérez Villaamil, Semana Santa o Corpus, capaces de realzar en el entorno catedralicio unas ceremonias donde la elección del organístico suena desde a banda de música a los instrumentos de la propia capilla.

– Y cerrando tríptico el llamado «Infierno» tras la luminosidad del resto, pues así se puede llamar el Concierto en sol mayor para violín, un ejemplo escaso en la España del XVIII, verdadero triunfo de la musicología como bien lo definió el maestro Aarón, del trabajo de recomposición que supone organizar las particellas, con un Jorge Jiménez «entregado a la causa», una orquesta de su época con sonoridad muy especial por los instrumentos que precisamente faltan, dejando como bien decía el mayor de los Zapico un “hueco” tímbrico que le da ese carácter especial a este endiablado concierto, sin olvidarse del continuo donde los tres hermanos llevan toda su vida y en esta grabación «tirando la casa por la ventana» con el órgano de Javier Núñez.

Pero nada mejor que disfrutar del disco para rememorar el directo in situ y seguir sumando datos que la presentación nos hizo llegar. Podemos presumir de nuestra música y sus embajadores, desde la ardua y no siempre reconocida labor del musicólogo, hasta los intérpretes. Si además se deja constancia en un sello internacional a cargo precisamente de quienes han iluminado las mudas partituras, al menos la aportación por pequeña que parezca, es todo un logro. El apoyo de todas las partes implicadas (Consejería de Cultura, Ayuntamiento de Oviedo, Oviedo Origen del Camino, Cabildo de la Catedral de Oviedo), el propio sello alemán que apoya todo lo que Forma Antiqva les propone (por algo será) , y por supuesto el de los gestores que apuestan por llevar estos proyectos al público, es más necesario que nunca para ir poniendo en valor (odio la expresión pero está justificada) tanto tesoro escondido.

Francia en Danza

La Opinión de Málaga | 11 de septiembre de 2022

Los arcos barrocos de la Filarmónica de Málaga volvieron al escenario del Auditorio Edgar Neville este sábado para acoger el arriesgado programa propuesto por el maestro Aarón Zapico en el último encuentro de la Joven Orquesta Barroca de Andalucía. Si a mediados de Julio la Inglaterra de Purcell se paseaba con la semi ópera King Arthur por distintos escenarios andaluces con gran acogida de público y crítica en este último encuentro la Francia del Rey Sol centraba la atención del conjunto.

Hablar de danza es tratar uno de los elementos definitorios del período barroco que tiene en Francia una especial predilección y una larga tradición que se remontan a fechas tempranas en el país vecino y donde adquirirá formas concretas que se alargarán a lo largo de todo el siglo dieciocho además de constituir por sí mismo un reflejo del poder, la exaltación del mismo en la figura del monarca y su proyecto geopolítico a través de temas extraídos de la cultura y mitología clásica.

El programa, con no pocas intervenciones solistas del conjunto, se iniciaba con la sinfonía ballet Les élémens de Jean Féry Rebel, alumno de Lully, Rebel propone una partitura en un sólo tiempo donde se encadenan hasta diez números contrastantes. Difícil el papel del maestro Aarón Zapico al abordar esta obra que al interpretarse sin el elemento visual redobla aún más el papel que otorga el propio compositor a la orquesta dentro de la página como ocurrirá en el movimiento trascendente y singular que es la representación del caos donde el pulso del conjunto fue decisivo para superar el motivo del caos que bien pudo inspirar al propio Haydn para su oratorio La creación. Destacar el arco de Irene Hernanz que ocupó el puesto de concertino en el concierto sin olvidar las sorprendentes flautas de Ana Delgado y Paula Navas, los oboistas José González y Gabriel Naranjo o la madurez técnica del fagot de Irene Camacho .

Le Triomphe de l’amour fue la segunda página en el programa del concierto de la JOBA. Estrenada en 1681 con la excusa del matrimonio del Delfín de Francia, está articulada en cinco actos donde el número de danzas se ven reducidas en favor de los airs cantados y coros. Nuevamente A. Zapico y la JOBA subrayaron el carácter contrastante de la suite de danzas, las numerosas combinaciones instrumentales, por otro lado presentes en todo el recital, y los constantes cambios de ánimo en las distintas danzas que refuerzan el papel emotivo y descriptivo de la partitura.

Cerraba el concierto la también suite de la comedia Le Bourgeois Gentilhomme dentro del subgénero turquerie. Zapico y JOBa nuevamente destacaron el carácter contrastante de la suite donde nuevamente el decisivo papel otorgado a la orquesta donde contrastó el ánimo solemne y elaborado de esta suite de danzas con la fragilidad anecdótica del tema centro de atención no muy alejado del reflejo social de la Francia de Luis XIV.

La JOBA arrancó con este programa el primero de los tres encuentros para esta nueva temporada y lo hizo con seguridad, confianza, altas dosis de maestría y un auditorio entregado al trabajo expuesto por los atriles y el maestro Zapico.

La bellesa eterna de Bach

Núvol | 26 de junio de 2022

La temporada Ibercàmera va fer la cloenda el proppassat 20 de juny al Palau de la Música amb un concert dedicat al gran mestre Bach, protagonitzat per uns intèrprets d’excepció que ens van fer tocar el cel amb els dits: el conjunt asturià Forma Antiqva, dirigit per Aarón Zapico, i el contratenor basc Carlos Mena. Junts van crear i irradiar la bellesa, la serenitat i l’espiritualitat pròpies de la música del Cantor de Leipzig.

El programa va tenir dues parts simètriques, integrades cadascuna per una suite orquestral i una cantata, totes pertanyents al període de Leipzig, el darrer i el més llarg de la vida de Bach. Les suites orquestrals són obres que no mantenen una unitat de conjunt com els concerts de Brandenburg, sinó que Bach les va escriure de manera espaiada en el temps. Forma Antiqva en va interpretar la primera i la segona, que daten de 1724 i 1738, respectivament, tot i que possiblement Bach les va escriure a partir d’obres anteriors, avui perdudes.

Aarón Zapico va dirigir amb un ritme molt àgil, i sobretot, ballable. Malgrat que les danses que integren aquestes suites no són òbviament música de ball, no deixen de ser danses, cadascuna amb un nom característic, i així és com Zapico ho va fer sonar, amb un equilibri molt reeixit entre staccato i legato. Va aconseguir la quadratura del cercle en una fusió entre dos conceptes aparentment contraris. La Suite núm. 2 en si menor, que inclou la famosa Badinerie, va tenir el protagonisme de Luis Martínez al traverso, però cal fer notar que el so del solista va ser malauradament molt exigu i no va lluir prou.

Aarón Zapico va dirigir amb un ritme molt àgil, i sobretot, ballable.

Al costat de Forma Antiqva, Carlos Mena va ser el gran protagonista de la vetllada bachiana, amb dues de les tres cantates que el compositor va escriure per a contratenor i sense participació de cor, les BWV 35 i BWV 170. Per a la cantata Esperit i ànima són trobats, BWV 35, Forma Antiqva va comptar amb el protagonisme de Daniel Oyarzabal a l’orgue, en una intervenció gairebé titànica, atesa l’enorme quantitat de notes a gran velocitat que té aquesta part. En l’obertura de la cantata, Forma Antiqva va oferir una nova mostra d’un estil equilibrat, precís i lleuger que ens va fer paladejar un cop més la música instrumental del compositor.

Carlos Mena va fer una actuació lluminosa, esplèndida, magistral. Amb una dicció acuradíssima, la seva interpretació va posar l’accent en la bellesa artística més que no pas en l’expressivitat emotiva de la música. Amb una capacitat respiratòria magnífica, va enfilar cada frase amb suficiència i elegància, i alhora amb la lleugeresa d’allò que sembla fàcil, i en el cas de Bach, sabem que no ho és gens. El timbre de Mena és agut, cristal·lí i transparent, gairebé androgin, i quan canta crea una atmosfera de pau impertorbable. El seu estil se sustenta en la creació de bellesa apol·línia, purament racional, sense cap inflexió vocal d’expressió ni cap canvi dràstic que pugui alterar bruscament la línia melòdica.

El timbre de Mena és agut, cristal·lí i transparent, gairebé androgin

La cantata Plaent repòs, benvolgut goig de l’ànima, BWV 170, va ser l’expressió més sublim, etèria i embriagadora de bellesa, tant per part de Mena com de Forma Antiqva. En l’ària inicial, de caràcter lent i reposat, construïda a partir de frases interminables, Mena va tornar a mostrar una veu dolça i un estil delicat i sense arestes, i va crear un oasi de beatitud, gairebé de desmai conscient, provocat per un excés de bellesa. La cantata s’acaba amb una ària ràpida, que recorda les danses de les suites, i que Mena, en perfecta complicitat amb Zapico, va interpretar amb un efecte bressador.

Escoltar la música de Bach en directe amb grans intèrprets com els que vam escoltar en aquest concert és un gaudi suprem, un plaer intel·lectual que es barreja amb el sensorial de manera simbiòtica. Amb un llenguatge totalment personal, la música de Bach emana una bellesa espiritual que la veu de Carlos Mena va saber copsar i transmetre de manera diàfana. Una cloenda de temporada colossal.

Elsa Álvarez Forges

Grandes conciertos bien ejecutados por jóvenes intérpretes

Diario Ideal de Granada | 24 de junio de 2022

La Academia Barroca del Festival explora con éxito 'Concerti grossi' de Avison y Corelli, así como obras de Carl Philipp Bach, Telemann y Stamitz.

La Academia Barroca del Festival de Granada es una iniciativa de éxito notable. Y ello es así porque a la indudable calidad de los músicos de nuestro entorno inmediato se une la circunstancia de que está en las mejores manos posibles: las de Aarón Zapico, quien ha demostrado a lo largo de su ya larga trayectoria, a pesar de su juventud, su capacidad para extraer lo mejor de los jóvenes músicos.

En este caso, han sido una veintena los participantes en la iniciativa, los mismos que ofrecieron anoche un interesantísimo concierto en el Centro Cultural Manuel de Falla, que, a pesar del más que asequible precio de las entradas –10 euros–, registró poco más de media entrada. Así, la formación que anoche defendió el programa, integrado por obras de Charles Avison, Carl Philipp Emanuel Bach, Johann Stamitz, Georg Philipp Telemann y Arcangelo Corelli, estuvo formada por los violines Cristina Arroyo Pérez, María Beltrán Peralta, Ana Rosa Dávila Luna, Irene García Beneite, Daniel Jesús García de Castro Domínguez, María Gil Perales, Alfredo Jaime Doblado, Fernando Jesús Jurado Raya, Juan Manuel Morales Díaz, Ana Novljan y Helena Reguera Rivero; las violas Marta Alfaro Martín, Marta Asensio López y Lorena García Ruiz; los chelos Andrés García Fraile y Alba Villar Cairó; los instrumentistas de cuerda pulsada Rafael Arjona Ruz, Violeta Casado Mancebo, Elena Casquete Medina y Miguel Alejandro Núñez Delgado y la fagot Mariana Parás Peña. Junto a ellos, el experimentado y siempre eficaz clave de Darío Tamayo; el hermano de Aarón, Pablo, con la guitarra barroca, y Jorge Jiménez como concertino.

Todos pusieron lo mejor de sí mismos desde la primera anacrusa, y eso que las obras del programa no eran en absoluto fáciles. En el inicial 'Concerto grosso número 5' de Charles Avison se apreció desde el primer momento la influencia de las obras para clave de Scarlatti en la que está basado. Notas limpias, 'fáciles' y agradables al oído, pero que requieren de una altísima concentración si quieren ser interpretadas con pulcritud, como así ocurrió. En cuanto a la 'Sinfonía en mi menor, número 5' de Carl Phiipp Emanuel Bach, en su interpretación se pudo observar con nitidez la cierta evolución que dentro del esquema barroco de obras para bajo continuo y cuerda, supone un acercamiento al periodo clásico en los lenguajes.

Ritmo endiablado

La 'Sinfonía en re mayor' de Stamitz, estructurada igualmente en tres movimientos y que la Academia interpretó respetando el ritmo, a veces endiablado, que su autor imprimió a la partitura, abrió la puerta a una de las piezas estrella de la noche, la bellísima obertura–suite 'La Bizarre' de Georg Philip Telemann. De esta pieza, debemos destacar una vez más el talento interpretativo de Pablo Zapico en la guitarra barroca, sin duda un interesante ejemplo para sus compañeros más jóvenes. Tras las palabras de Aarón Zapico, en las que el director de la Academia agradeció al Festival su compromiso con esta iniciativa formativa, el conjunto abordó la última obra de la noche, el 'Concerto grosso número 8' de Arcangelo Corelli, un constante 'duelo a cuerda' entre la frotada y la pulsada, con una extraordinaria vivacidad y recreándose, como en los 'allegro' que franquean el movimiento central, en pasajes donde el tiempo casi se detiene. Las nuevas generaciones ofrecieron, en fin, una gran tarde de música.

El delicioso jardín de Forma Antiqva

Ritmo | 9 de mayo de 2022

En una primaveral y agradabilísima tarde madrileña, Forma Antiqva, ese grupo liderado por los tres hermanos que más fuerte pisan en la interpretación historicista de nuestro país y símbolo de la actual generación de excelentes intérpretes que atesoran nuestros grupos de música antigua, nos invitaba a relajarnos disfrutando de las innumerables sensaciones que la música puede trasladar al oyente.

En esta perfecta ocasión, y bajo el sugerente título de A pleasure garden -Un jardín placentero- pudimos comprobar cómo la música puede llevarnos los placeres olfativos de las plantas y flores a nuestra mente, en un viaje geográfico o de estado de ánimo diseñado por el propio Aaron Zapico para el hedonismo más delicado.

El programa estuvo conformado por bloques que bajo el nombre de una olorosa o colorida especie vegetal nos trasladaba de inmediato a los campos y gentes de un país distinto. El primero de ellos, Lavándula, nos llevó a los magníficos campos de lavanda de Surrey, Cotswolds Hills o Somerset, con obras como la Obertura de Rinaldo de Haendel, un fabuloso ground de Blow o danza campesina de Locke. La vitalidad, pompa y elegancia de los fastuosos teatros londinenses fueron puestas en evidencia desde el primer momento, Grave, de la obertura haendeliana, con una vitalidad y precisión impuestas con rigor por Aarón Zapico, para terminar situándonos en medio de la campiña inglesa con la formidable Rustick air, alegre danza rural que invitaba a danzar a los presentes gracias en buena medida al fabuloso desempeño del percusionista Pere Olivé.

La familia de las Paeonia, flores cultivadas en oriente desde hace dos mil años, pero extendidas por todo el planeta por su espectacular colorido y posibilidades ornamentales nos trajo una de las sonatas para violín y bajo continuo más peculiares de la producción barroca española, la titulada El jardín de Aranjuez en tiempo de primavera, con diversos cantos de páxaros y otros animales, de José Herrando, junto a la también imaginativa Fantasía ‘Faire weather’ para virginal, de Munday. Sin duda el rico colorido del bajo continuo y la serena y delicada interpretación en el violín de Jorge Jiménez, nos llevaron ese mundo multicolor a nuestras mentes y oídos.

Toda esta belleza tan evocadora y deleitosa debe tener su contrastado afecto barroco, ya que en el despampanante universo de las flores acechan peligros, como los que causa la especie más conocida de las digitalis, Digitalis purpurea, poseedora de una poderosa toxina. Esta nueva sección nos presentaba una pieza la que inicia el Alexander’s Feast de Haendel, lo cual nos invitó a recrear la hipnótica música de Timoteo, quien con el poder de su voz y su lira causaron el incendio de Persépolis. Esta fuerza embriagadora fue plasmada asimismo en una festiva y arrolladora visión de tres danzas de The Fairy Queen de Henry Purcell.

Pero como después de toda tormenta viene la calma, Forma Antiqva volvió a apaciguar los ánimos de nuestros cerebros con Lilium, buscando el símbolo de lo rural en su estado de gracia, los lirios y azucenas, dado que esas plantas sobreviven en hábitats montañosos, boscosos o en verdes praderas, que es precisamente lo que nos brindan las pastoriles obras que el genio de Haendel supo plasmar, desde la Pifa de Messiah, pasando por los más risueños momentos de Acis y Galatea y terminando en ese manjar que es la Chaconne del ballet Terpsicore. Destacaron sobremanera en este bloque Alejandro Villar Y Guillermo Peñalver en las flautas, brindando un magnífico colorido campestre que convirtió la sala de cámara del Auditorio Nacional en un deleitoso campo.

Si hay unas flores que definen el área mediterránea esas son las Calendula, siguiente bloque que homenajeó a las margaritas, verdadero símbolo de nuestra primavera. Qué mejor para ello que la interpretación de tres piezas de tres de nuestros grandes compositores barrocos, Santiago de Murcia, Antonio de Literes y Gaspar Sanz, con algunas de sus más vistosas y agraciadas piezas, como los Canarios de Sanz, singulares danzas en las que el rico, energético y compenetrado bajo continuo del conjunto de los hermanos Zapico se mostró en todo su esplendor, con un sustento poderoso y cálido por parte de Elisa Joglar y Jorge Muñoz en el violonchelo y contrabajo, a los que enriquecieron sobremanera los poderosos y vivos rasgueos de Pablo Zapico en la guitarra barroco con la imaginación y virtuosismo de la realización de los arpegios en el clave por parte de Aarón Zapico.

Para concluir esta feliz y colorida velada nada mejor que recurrir a las Tulipa, género de plantas al que pertenece su más famoso miembro, el tulipán, que con tan solo nombrarlo nos traslada al colorido y espectacular paisaje de sus campos. Con esta imagen en mente, otras placenteras piezas de Haendel terminaron de culminar el verdadero placer de ese jardín tan bien diseñado por Aaron Zapico, varias danzas de sus óperas Ariodante o Rinaldo, para concluir con el feliz desenlace de la Pastoral Acis y Galatea.

Simón Andueza

Un jardín en el Auditorio Nacional

Alberto Roa Arbeteta | 5 de mayo de 2022

Anoche presencié por primera vez un recital en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música y disfruté como un niño. Como un niño en todos los sentidos, porque gocé con esa intensidad única con la que se vive todo en la infancia, en la que uno descubre el mundo a diario, pero también porque, al igual que un niño en pleno proceso de aprendizaje, lo desconozco casi todo de la música clásica. O sin el casi. Así que anoche fui de asombro en asombro, completamente fascinado.

Escribió Einstein que todos somos muy ignorantes, sólo que no todos ignoramos las mismas cosas. Entre las muchas cosas que ignoro, la música ocupa un lugar prominente y, pese a ello, la de ayer fue una de esas noches que no olvidaré gracias al recital que ofreció el conjunto Forma Antiqva dentro del ciclo Universo Barroco. Seguro que las personas expertas disfrutaron el recital desde otros prismas, con otros matices, pero desde mi perspectiva, la armonía creada por el conjunto fue perfecta y trasladó una alegría contagiosa.

El recital busca, y consigue, llevar a los espectadores a los londinenses jardines Vauxhall, unos jardines de recreo del siglo XVIII. Pocas cosas logran una evasión mayor del mundanal ruido que la naturaleza y, sin duda, una de ellas es la música. Gracias a piezas sobre todo de Haendel, pero también de otros compositores de aquella época, entre otros, los españoles Santiago de Murcia o Antonio de Literes, el recital logra, en efecto, crear la sensación de estar paseando por un jardín. Allí, una fuente coqueta; aquí, unas flores radiantes en plena primavera; un poco más allá, una tormenta, antes de que vuelva a salir con todo su esplendor el sol.

El recital se divide en seis secciones, todas ellas con nombres ligados a la vegetación: Lavandula, Paeonia, Digitalis, Lilium, Calendula y Tulipa. Todas ellas me encantaron y se me hicieron cortas. Quizá la que más me emocionó, en la que más se me fueron los pies, fue la quinta, en la que la guitarra tiene un papel protagonista. La música, como la naturaleza, sirve como alegre refugio y anoche lo fue en la Sala de Cámara del Auditorio. Fuera quedaron el trabajo, las noticias, los líos del día a día. Lo importante, lo imperioso, lo único que nos ocupó durante algo más de una hora, fue sencillamente disfrutar y maravillarnos con piezas compuestas hace tres siglos.

Hay algo totalmente contrario a la lógica de este tiempo acelerado y utilitarista en el que vivimos en el hecho de estudiar y recuperar composiciones del siglo XVIII, es decir, algo bello y estrictamente necesario, casi revolucionario. En una época en la que mandan la fugacidad y lo práctico resulta más oportuno que nunca detenerse un momento y mirar atrás. Es fascinante que hoy sintamos semejantes emociones al escuchar la interpretación de piezas que fueron creadas hace tres siglos, cuando la sociedad y el mundo eran bien distintos. Pero la buena música, igual que la buena literatura, es atemporal y sobrevive al paso del tiempo. Como explica Pablo J. Vayón en el precioso texto que acompaña el libro de mano, "aquella es música viva, que ha dejado en el papel sólo un rastro de su auténtica naturaleza, a la espera de que el intérprete la haga suya y le dé razón de ser".

El conjunto Forma Antiqva, fundado en 1998 en Langreo (Asturias), cuenta con la dirección de Aarón Zapico, quien también interpreta el clave. Junto a él, sobre el escenario, Alejandro Villar y Guillermo Peñalver (flautas), Jorge Jiménez y Daniel Pinteño (violines), Elisa Joglar (violonchelo), Antonio Clares (viola), Jorge Muñoz (contrabajo), Pablo Zapico (guitarra barroca) y Pere Olivé (percusión). Fue fabuloso ver la concentración de todos ellos y, a la vez, comprobar lo mucho que estaban disfrutando al crear algo tan hermoso juntos. Sus gestos de complicidad, sus bromas, sus sonrisas. Fue una noche maravillosa, todo un descubrimiento, en el que lo anacrónico de verdad no era escuchar composiciones del siglo XVIII e instrumentos barrocos, sino que alguien de pronto sacara un móvil para hacer una fotografía. ¿Qué era ese cacharro luminoso y ruidoso y qué pintaba en un jardín londinense de hace tres siglos? La música acudió al instante al rescate y todo lo demás, incluido ese inoportuno móvil, volvió a ser intrascendente. Antes de la propina, el programa oficial del concierto terminó con Happy We!, de Acis and Galatea, que como indica el libro de mano es un dúo en el que "los dos jóvenes enamorados cantan justo antes de la irrupción de Polifemo, que precipitará la tragedia. Final de exultante e ingenua alegría para esta fantasía musical con flores".

Alberto Roa Arbeteta

OCAL: la transparente belleza de la obra de Haydn inunda la Catedral

La Voz de Almería | 4 de abril de 2022

Un lacónico redoble de tambor anunció el inicio del concierto ofrecido por la Orquesta Ciudad de Almería, bajo la batuta de Aarón Zapico, en la tarde de ayer en la Catedral almeriense. Luego, un arreglo de una conocida marcha procesional (‘Amargura’) a modo de conexión entre dos épocas: La música más cercana a nuestro tiempo de los desfiles procesionales y un viaje al final del siglo XVIII como es esta pieza elegida por la OCAL para participar en el Ciclo de Música Sacra: la precisa y compleja obra de Joseph Haydn: ‘Las Últimas Siete Palabras de Cristo en la Cruz’.
Como cabía esperar de un consumado especialista en la música barroca, la interpretación alcanzó el estadio de belleza transparente y de profundidad emotiva que caracteriza la contribución de de Haydn al barroco musical. La Catedral, casi en penumbra, invitaba a cerrar los ojos para dejarse seducir por esta obra magistralmente interpretada y, por supuesto, dirigida. El público, que llenaba el templo más allá del aforo dispuesto, dedicó una extensa ovación al concluir el concierto.
La pieza elegida por Aarón Zapico no solo evidencia el elevado genio compositor de Haydn, sino que también abre una especie de ventana a la liturgia de Cuaresma del siglo XVIII.
El prestigio alcanzado por el autor de esta gran obra indujo al sacerdote José Sáenz de Santa María, director espiritual del Oratorio de la Santa Cueva (Cádiz), a solicitarle al gran músico austríaco esta pieza para que sus siete movimientos fuesen interpretados de forma intercalada con sermones sobre las Siete Palabras. La obra se convertiría después en una pieza de referencia interpretada en las principales capitales europeas.
No es la primera vez que Aarón Zapico interviene como director en la Catedral de Almería. Ya lo hizo de manera brillante en 2012, al frente de la Orquesta Barroca y Coros de Roquetas de Mar en 2012, en una de los más recordados conciertos incluidos dentro del Ciclo de Música Sacra de Almería. Fue en 2012, con una obra de contundente belleza como es ‘Membra Jesu Nostri’ del compositor alemán Dietrich Buxtehude. En aquella ocasión la orquesta integrada por especialistas en música barroca y en los instrumentos de la época se sumaron al talento de grandes cantantes, como la soprano Cristina Bayón, vinculada en varias ocasiones a proyectos musicales almerienses. También en 2014, Zapico dirigió a esta formación en la seo almeriense en un brillante concierto de Navidad en el que se interpretó de forma brillante una pieza esencial del compositor más destacado del Renacimiento español, como es Tomás Luis de Victoria.

Un Händel de fino pincel dramático

| 17 de marzo de 2022

El ciclo de Conciertos del Auditorio de Oviedo retomó las óperas en versión de concierto con Giulio Cesare in Egitto de Händel, en la interpretación de Forma Antiqva bajo los mandos de Aarón Zapico que, después de su paso por Barcelona, no dejó indiferentes en su vuelta a casa. Todo un lujo, para una interpretación rigurosa, con toda la imaginación del compositor a la vista en una obra plena de matices y de recursos, incluyendo arias de gran lucimiento e intensidad dramática.

El contratenor Christopher Lowrey en el rol de Giulio Cesare, marcó huella desde la primera aria y sobre todo la escena tercera del primer acto, todo un tour de force con líneas adornadas que parecían imposibles. El cantante dio una lección de canto y brilló también en la reflexión más pausada como en la más dolorosa, mostrando la flexibilidad afectiva necesaria, con ductilidad de líneas y gran proyección vocal. Buena muestra fue «Va tacito e nascosto», mientras el cantante se recreaba en el fraseo con el corno. En el segundo acto, destacó su «Se in fiorito e fronde», con la voz mostrando toda su fluidez con dominio de registros para casi cerrar el acto con otra página de vocalidad imposible, puro fuego en la octava escena. Sin duda, en el último acto sobresalió la escena cuarta de Cesare, con flexibilidad de volúmenes para impacto del público, en un «Aure deh, per pietà» de gran intensidad dramática.

Hay que destacar también la evolución del personaje de Cleopatra en la piel de Carolyn Sampson. De la coqueta reina de «Non disperar», con una repetición de la primera parte del aria muy refinada, a «Venera bella» en el segundo acto, de líneas complejas y amplias; pero siempre con una voz transparente, para mostrar fácil lo difícil. Después de varias escenas muy conseguidas, bien podría decirse que el tercer acto fue el de Cleopatra, incluyendo «Piangerò la sorte mia», aria de quilates en la voz de Sampson, con esos contrastes entre la desazón y la venganza ardiente. Y, para terminar de conquistar, la penúltima escena de la ópera, hacia el canto victorioso de «Da tempeste il legno infranto» de la reina de Egipto y hermana de Tolomeo.

"De la reflexión más pausada a la más dolorosa, Lowrey mostró la flexibilidad afectiva necesaria, con ductilidad de líneas y gran proyección vocal en este repertorio"

El joven Tolomeo fue el contratenor ucraniano Konstantin Derri, quien agradeció con la mano en el corazón el calor del público asturiano. La megafonía ya había dado un aviso de agradecimiento al cantante por su esfuerzo dada la situación de su país, que le afectaba directamente, como dijo la voz en off. Derri, emocionado, recibió el abrazo de Sampson, que ya no le soltó de la mano durante los aplausos finales. Con sus gestos, el contratenor se disculpó también ante el público por su disposición vocal limitada. Pero, con todo, su actuación fue sólida, dominando el papel del joven rey de Egipto con una voz expresiva y controlada, pequeña, pero versátil. Ello, en páginas como «Si, spietata, il tuo rigore», aria compleja de sostener, que Derri dominó con amplitud de líneas. Su momento prominente fue el aria de tercer acto «Domero la tua fiereza», de especial impulso.

Tampoco es sencillo el rol de Cornelia, que en Oviedo encarnó Hilary Summers. La contralto mantiene, con el abrazo de la orquesta, en «Priva son d’ogni conforto» se escuchó a una Cornelia honesta, templada, no sin momentos para el dolor más punzante y para el ardor de la venganza. Destacó también en «Cessa omai di sospirare», con otra ligereza que enriquece la flauta en el acto segundo. Uno de los momentos más especiales fue el compartido con Maite Beaumont en «Son nata a lagrimar», un impactante dueto junto a un Sesto impetuoso, en tanto clama venganza y que no deja mucho lugar al reposo del personaje, como defendió Beaumont, ya desde la cuarta escena. En este sentido, el aria «Cara speme, questo core» del primer acto es extrañamente dulce, pero el sentimiento de agravio se intensifica, y la mezzosoprano española tuvo uno de sus momentos brillantes en «L’angue offeso», con amplitud de fraseo en un aria que derrochó fuerza vocal. También cabe subrayar su aria de tercer acto, «La giustizia ha già sull’arco», de gran aliento.

Por su parte, José Antonio López fue tomando posiciones como Achilla, firme y con nervio, primero a través de los recitativos, hasta «Se a me non seo crudele» de segundo acto, y su aria «Dal fulgor di questa spada» en el tercero.

Diana Díaz

Otro hito de Forma Antiqva

La Nueva España | 14 de marzo de 2022

El grupo asturiano, acompañado por un sexteto vocal de calidad, ofrece al Auditorio una redonda interpretación de la ópera “Giulio Cesare in Egitto”.

La soprano Carolyn Sampson iría enamorándonos en cada aparición, pero el “emperador” Lowrey no se quedaba atrás, mientras el colorido aportado por “Forma Antiqva” realzaba aún más la dramatización.

Programar la ópera “Julio César en Egipto” de Händel completa, aunque sea en versión concierto, es una apuesta muy arriesgada, casi cuatro horas de una exigencia total para todos, pero Oviedo, como el jueves en el Palau catalán, pueden hacerle frente y además con nuestros “Forma Antiqva” y su mejor plantilla más un sexteto vocal de auténtica altura que redondearon otro hito de los asturianos, y ya van muchos.

Este monumento operístico del alemán ya afincado en Londres, estrenada en el King’s Theatre (1724) y escrita en italiano, nos trae la conocida historia de Julio César y Cleopatra llena de actualidad por las disputas, enredos y engaños, aunque con el final feliz esperado y de todos conocido. Los roles protagonistas, todos llevando al límite sus capacidades vocales, exigen un elenco especializado en este virtuosismo barroco con toda una carga expresiva todavía mayor cuando “solo se canta” (y la orquesta no está en el foso), pero las voces elegidas estuvieron a la altura de las circunstancias defendiendo sus recitativos y arias (muchas verdaderos “hits” barrocos) con verdadero esmero y entrega.

La calidad y emoción fue en aumento a medida que avanzaba la ópera, especialmente desde el aria “Cara speme” (Sesto) con el clave de Dani Oyarzabal y el cello de Ruth Verona, parte de un compacto bajo continuo donde también estaban los gemelos Zapico (laúd y tiorba), delicadísima la mezzo Maite Beaumont que brillaría hasta el final, sacrificio y dulzura al igual que en el bellísimo dueto con Cornelia “Son nata a lagrimar”, uno de los momentos álgidos de la larga noche operística. El César del contratenor Christopher Lowrey fue un auténtico “emperador” vocal desde su aria “Va tacito e nascosto” con la trompa natural de Ricardo Rodríguez en perfecta simbiosis y color de ambos, arrancando los primeros aplausos unánimes.

El segundo acto seguiría “in crescendo” por la acción y sucesión de momentos vibrantes, abriendo las cuerdas pulsadas de los Zapico acompañando el recitativo de Cleopatra, Carolyn Sampson y su posterior aria “V’adoro, pupille”, replicada por Julio César “Se in Fiorito e fronde”. La soprano iría enamorándonos en cada aparición, pero el “emperador” Lowrey no se quedaba atrás, mientras el colorido aportado por “Forma Antiqva” realzaba aún más la dramatización: cada “da capo” tras unos larguísimos silencios que cortaban el aire, venciendo algún que otro móvil, más los retornos pianísimos tan delicados (con sonoridad cuidadísima) como las posteriores arias de Cleopatra Sampson, acercándose al trono vocal. Y eso que la pugna por la corona estaba dura: la contralto Hilary Summers, como Cornelia, sonó́ poderosa con un registro puro de color ideal para la sufrida viuda de quien se enamora Achilla, el “general” José Antonio López, barítono hispano rotundo y pleno de volumen parejo al gusto en cada aria ya desde “Tu sei il cor di questo core”, última del primer acto, siempre sobrado y plenamente volcado en su rol.

Otro de los idilios vocales vendría de Cleopatra, tras la pausa finalizando el segundo acto, “Se pietà di me non sentí” y Sesto con “L’aura che spira”, colores bien elegidos para cada personaje defendido con ardor y pasión por ambas, amén de una musicalidad plena.

La “Sinfonía” que abría el último acto la comenzó el clave perlado de Oyarzabal y con el mismo empuje de toda la ópera, llena de los contrastes no tan extremos de matices pero sí de esos claroscuros que Aarón Zapico imprime en las versiones con su formación, plagada de virtuosos instrumentistas, habituales en los grandes repertorios y elegidos, como las voces, con excelente criterio. Lástima el comprensible estado emocional del contratenor ucranio Konstantin Derri (que se avisó y agradeció por megafonía al inicio de la representación) pero no fue impedimento para su entrega como el perverso Tolomeo, memorizado y actuado de principio a fin, aunque le faltase un poco más de volumen para redondear este sexteto protagonista del “Giulio Cesarse in Egitto” hoy trasladado a nuestra Asturias.

Quedaban aún arias para seguir emocionando: “Pinagerò la sorte mia” de Cleopatra reina rubia o “Aure deh, per pietà” del Emperador pletórico, máxima tensión de la función que se redondearía con “Da empeste il legno infranto” y la última escena del final feliz y musical de la ópera de Händel, el dúo protagonista “Caro! Bella” y los seis cantantes en el coro “Ritorni omai nel nostro” tras la marcha instrumental de “Forma Antiqva” tan pletóricos como el elenco vocal. Quedaban veinte minutos para la media noche y el público en pie premiaba este nuevo hito con una prolongada ovación. Como dice el texto último “Solo queda amor, constancia y fe”.

Pablo Álvarez Siana

Giulio Cesare entra al Auditorio con paso firme

El Comercio | 13 de marzo de 2022

El público ovetense aplaudió la versión de concierto de la ópera de Haendel, interpretada por Christopher Lowely, Carolyn Sampson y Forma Antiqva.
‘Giulio Cesare in Egitto’, de Haendel, es uno de los grandes modelos de opera seria barroca. La incesante sucesión de arias da capo estructurada en tres secciones, en la que la tercera repite con adornos y pequeñas variaciones la primera; los diferentes ‘afectos’ y expresiones que proyecta cada personaje y la nobleza del argumento son cualidades intrínsecas de esta ópera, la más representada en vida de Haendel y sobre la que el compositor hizo varias versiones.

Ayer, en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, tuvimos ocasión de escuchar, por primera vez en Asturias, esta ópera agotadora –tres horas y pico de duración– interpretada por Forma Antiqva en la versión original que Haendel escribió para su estreno en 1724. Esta agrupación de núcleo
asturiano, dirigida por el clavecinista Aarón Zapico, posee diferentes formatos, desde el trío Zapico a la orquesta sinfónica barroca de ayer. La ópera estuvo protagonizada por el contratenor Christopher Lowey, como Giulio Cesare; la soprano Carolyn Sampson, como Cleopatra; Hilary Summers, como Cornelia, viuda de Pompeyo; la mezzo Maite Beaumont, en el papel de Sesto, hijo de Pompeyo; el contratenor Konstantin Derri –se agradeció la presencia del ucraniano, muy afectado por la tragedia que vive su país–, como Tolomeo, hermano de Cleopatra, y el barítono José Antonio López, como Achilla, confidente de Tolomeo.

‘Giulio Cesare in Egitto’ es una ópera sobre el poder, la rivalidad política, el deseo de venganza, la traición y la gloria. Parte de un hecho histórico, las guerras civiles entre Julio César y Pompeyo durante los últimos tiempos, año 40 a. C. de la República Romana. El triunfo de Julio César contra Pompeyo, la derrota de este último, asesinado por el rey de Egipto, Tolomeo y la entronización de Cleopatra constituyen el trasfondo histórico de la ópera.

La versión de Forma Antiqva posee esa mezcla de rigor estilístico y al mismo tiempo libertad interpretativa característica de Aarón Zapico. Con tiempos muy extremos –los lentos pausados y expresivos, los allegros vivos– y bien marcado, Zapico siempre hizo gala de una dirección detallista, contrastante en dinámicas y con juegos estereofónicos entre las partes de las cuerdas, colocadas a la izquierda, y las partes del continuo, a la derecha. Una mención especial para los instrumentos obligados en las arias, especialmente la flauta, el violonchelo y la trompa.

En este comentario apresurado, vamos a dar un par de pinceladas sobre los cantantes. Christopher Lowey interpreta con virtuosismo a Giulio Cesare, posee una amplia coloratura que además en pasajes complejos nunca está forzado y que sabe rematar con agudos portentosos, pero también es un Giulio Cesare expresivo, por ejemplo, en el recitativo ‘Alma del gran Pompeyo’, en el que reflexiona sobre la caducidad del poder.

Delicadeza y expresividad
Carolyn Sampson es una Cleopatra muy delicada, lirica, segura en la voz y también expresiva. La contralto Hilary Summers, como Cornelia, aporta una gran nobleza y serenidad a su papel. Posee una tesitura muy homogénea y especialmente amplia, una emisión potente y expresiva. La mezzo Maite Beaumont, interpreta el papel de Sesto, con un timbre delicado, juvenil y muy natural. Konstantin Derri, como Tolomeo, tiene una voz muy corta en cuanto a tesitura. El registro medio prácticamente es inaudible y, por otra parte, demostró poca potencia. Probablemente, esta voz tradujo anoche la angustia que el intérprete vive como ucraniano. José́ Antonio López, en el papel de Achilla, es un barítono de ley, potente, seguro, con buen sentido declamatorio y presencia vocal y escénica.

Ramón Avello

Julio César conquista Oviedo

La Nueva España | 13 de marzo de 2022

Forma Antiqva lleva al Auditorio una emocionante versión concierto de la obra de Händel encabezada por la soprano Carolyn Sampson.

El público se volcó ayer en el Auditorio Príncipe Felipe con el “Julio César” de Händel en versión concierto, un “tour de force” de Forma Antiqva del que los asturianos salieron triunfantes. La soprano Carolyne Sampson (una deliciosa Cleopatra de referencia), con la contralto Hilary Summers (poderosa Cornelia), la mezzo Maite Beaumont (Sesto delicado), los contratenores Christopher Lowrey (emperador vocal y pletórico) y el ucranio Konstantin Derri (cumplidor Tolomeo) más el bajo José Antonio López (rotundo Achilla) fueron los seis protagonistas de gran altura para este “Giulio Cesare in Egitto” (Händel) con una excelente y crecida Forma Antiqva bajo la dirección de Aarón Zapico en esta joya operística (versión concierto con todo lo que supone) tras su “victoria” en el Palau de Barcelona el pasado jueves.

Oviedo se rindió tras tres horas de combate (y apenas deserciones en la pausa) a este romano muy musical, compuesto por un alemán nacionalizado ingles, cantado en italiano e interpretado virtuosamente por nuestros asturianos universales que siguen haciendo historia desde su Barroco siempre fresco, brillante, actual y bien armado con formaciones de primera como la de este sábado.

Arias conocidas, con dramaturgia ponderada creciendo en el segundo acto hasta momentos ideales, además de mucho sentimiento unido al ropaje instrumental excelente, aportando todos lo mejor de este “ejército musical” con el General Zapico al mando, de final feliz en Egipto y también en Asturias, apoteósico.

Pablo Siana

Un ejercicio de estilo händeliano

Ópera Actual | 11 de marzo de 2022

En un momento en que la ópera barroca irrumpe con fuerza en las programaciones habituales, una audición en forma de concierto de este monumento musical que es el Giulio Cesare händeliano podía incluirse con pleno derecho en esta primera edición del ciclo Palau Ópera de la prestigiosa sala barcelonesa dedica al género lírico. Una versión muy completa, aun absorbiendo los personajes de Curio y Nireno, con una distribución vocal acorde con las características de los cantantes que estrenaron la ópera –aunque el Senesino hubiera podido objetar a la asimilación de un alto castrato con los contratenores actuales–, los solistas encargándose de las intervenciones corales y una ejecución en forma de concierto que ahorra la intervención de esos directores de escena cuya principal preocupación es la de amenizar las para ellos interminables arias da capo, supone todo un ejercicio de estilo.

De su conversión en realidad se encargaba en esta ocasión el ya muy asentado conjunto Forma Antiqva a las órdenes de un Aarón Zapico que supo administrar con sapiencia aceleraciones y silencios para ordenar un ritmo dramático de gran nitidez al que sus músicos contribuyeron con especial devoción.

"El conjunto Forma Antiqva a las órdenes de un Aarón Zapico supo administrar con sapiencia aceleraciones y silencios para ordenar un ritmo dramático de gran nitidez"

Impecable en el perfil virtuosístico, Chistopher Lowrey fue un protagonista de mucho empeño que recogería al término de una versión de “Aure, deh, per pietà” admirablemente matizada la ovación de la jornada. Le acompañaron en el aprecio del público la Cleopatra de Carolyn Sampson, con un registro superior subyugante y rico de esmalte aunque de voz algo chirriante en la primera octava, detalle más notorio en sus intervenciones iniciales pero liberada enseguida de ello; el Sesto de Maite Beaumont, de canto impetuoso y muy bien acentuado; un José Antonio López que hizo de su Achilla un personaje más relevante de lo que suele ser habitual gracias a su poderío y a su espléndido estado vocal; y la Cornelia de Hilary Summers, algo sorda en el timbre pero excepcional en la dicción. A un nivel inferior habría que situar a Konstantin Derri, Tolomeo de volumen insuficiente para traducir la violenta perfidia del personaje.

Un público no especialmente numeroso pero en cualquier caso enfervorizado aclamó a rodos los participantes en el espectáculo al término del mismo. Cuando se respeta el estilo, el ejercicio siempre sale bien.

Marcelo Cervelló

Forma Antiqva en La Filarmónica. Buen hacer barroco

Beckmesser | 12 de febrero de 2022

La formación que dirige el clavicenista Aarón Zapico reúne a algunos de los más brillantes músicos españoles especializados en instrumentos de música antigua. Los hermanos del líder del grupo, Daniel (tiorba) y Pablo (guitarra y laúd), son el eje de un equilibrado conjunto musical que se ha consolidado como un referente en este repertorio y que está considerado por la crítica como uno de los conjuntos más importantes de la música clásica en España, habiendo investigado mucho en nuestro repertorio. En esta ocasión han contado con Daniel Oyarzabal, al órgano y clave y Luis Martínez, con flauta travesera, para un programa monográfico centrado en Bach con algo menos de una veintena de participantes. Hemos de recordar que han llegado a interpretar a este compositor en su festival de Eisenach.

Presentaron dos suites, la 1 y la 2, lo que hace presagiar que en futuros conciertos abordarán, 3 y 4, y dos cantatas de las menos conocidas. Tras un inicio, que tuvo sus más y sus menos en cuanto al empaste global, llegó la comunicación que habitualmente comparten y la perfección que siempre exige Bach. La Segunda Suite tiene más enjundia que la primera y en ella es protagonista la flauta travesera, aunque otras veces lo han sido un violín o un oboe. Se lució Luis Martínez, especialmente en la “Badinerie” final, si bien tocó con demasiada contención al principio de la obraForma Antiqva es un conjunto sólido pero con algo menos de impulso vital de otras conocidas orquestas de época.

Carlos Mena, frecuente colaborador de la agrupación, había de poner la nota de color en la tarde con dos cantatas. La primera de ellas – “Geist und Seele wird verwirret BWV 35“- comienza con una larga pieza orquestal a modo de obertura antes de la primera intervención del cantante, que se ve rodeado de otra página orquestal para concluir en un conocido minueto. En la segunda – “Vergnügte Ruh, beliebte Seelenlust BWV 170”- alternan temas pastoriles con una esperanzada aria final en el camino hacia el cielo. Ambas fueron cantadas por Carlos Mena con su voz templada de contratenor, aflautada en el registro alto, homogénea y con limitados contrastes de color.

Esa falta de contrastes, no sólo en el timbre del cantante sino también en las lecturas de Forma Antiqva, fue el único reparo que se pudo poner a este concierto, en el que se echó de menos un pequeño coro que hubiese dotado al mismo de una menor homogeneidad cercana a la monotonía.

No se alcanzó el lleno total en el Auditorio Nacional, pero los asistentes compensaron con su calor.

Gonzalo Alonso